En estos momentos, a punto de acabar la carrera, viendo ya la esperada meta, y los nuevos proyectos futuros que nos esperan a todos los que vamos a finalizar, se me vienen a la cabeza un montón de razones por las que me planteé estudiar medicina. La primera de ellas es porque es una carrera muy bonita, completa y muy interesante, con un montón de campos por los que indagar e investigar y la segunda porque creo que iba a sentir muy realizada ejerciendo esta profesión. Pero a la vez, mi experiencia, no ha sido siempre un camino de rosas, ya que la carrera requiere mucho sacrificio, esfuerzo y bastantes horas de dedicación, para conseguir los objetivos marcados; pero ahora que todo finaliza, siento que todo esto ha merecido la pena, sobre todo al pensar en la nueva etapa que nos espera, llena de ilusiones y nuevos objetivos.
La mayoría de las personas rememoran sus épocas de estudiantes como una etapa de sus vidas llenas de diversión y de idas y venidas, mientras que yo creo que la recordaré, rodeada de “tochos” de libros, apuntes, clases, prácticas, seminarios, bibliotecas y salas de estudio, constantemente inmersos en una fiesta paralela: la fiesta del conocimiento. Pero no quiero agobiar a nadie, siempre no ha sido así, también se puede disponer de tiempo libre, el cual hay que disfrutar al máximo, aunque los remordimientos siempre quedan; como pensamientos, que vienen a la cabeza del tipo: “qué hago yo aquí con todo lo que tengo que estudiar”, pero tenemos que desconectar. Hay que tener vida social, salir con amigos, salir de viaje, es fundamental para poder aguantar la dureza del estudio.
Muchas veces, hay que aguantar el tirón de oír las típicas frasecitas: “deja de estudiar ya, no creo que sea para tanto lo que tienes que estudiar, estás loca como te metiste en esa carrera tan larga, vas a estar toda la vida estudiando, qué aburrida eres” etc. Son frases que durante la carrera no dejas de escuchar, y la verdad que agobian y queman, pero como todo pasa; mientras que ahora que nuestra andadura por la licenciatura va concluyendo, las frases van cambiando, ahora, escuchas, “qué bien que ya vayas acabar, eres una campeona, no me creo que ya vayas a terminar, si parece que empezaste ayer pero bueno a la gente no hay quién la entienda.
Por todo esto, cada uno tiene que intentar cumplir sus sueños y seguir adelante con lo que deseé hacer, en mi caso la Medicina era uno de mis sueños, pero el camino a recorrer no era nada fácil; muchas veces ni las prácticas, ni las clases son las que habías soñado, ni las horas dedicadas son muchas veces recompensadas pero hay que seguir y luchar por lo que uno quiere, al final todo tiene una merecida recompensa.
En mi caso en particular, creo que mi vocación por la Medicina me viene desde muy temprano, desde que era muy pequeña ya que me dedicaba muchas veces a jugar haciendo recetas artesanales y a darles consejos a los niños sobre que tenían que tomar para curarse; es gracioso recordar esa época. Mi madre muchas veces me enseña una carpetilla, con las recetas que hacía y me decía: no, ¡si ya apuntabas maneras de chica!
Puedo decir que la Medicina engancha, te haces a la vida rutinaria de estudiar, y parece que cuando no llevas esa rutina, sientes que te falta algo, pero como he dicho antes, tienes que desconectar un poco, porque si no te puedes ” volver loco”, la vida de un estudiantes de medicina, no es solo estudiar, hay que saber organizarse, tener un horario más o menos fijado, pero siempre salir a desconectar, a respirar aire fresco y salir a la calle, por lo menos a mí me funciona. Necesitamos descansar, planear actividades que te motiven, y que te hagan disfrutar, y te den fuerzas para seguir estudiando.
Para ir concluyendo esta redacción, me queda decir, que a todo el mundo que le guste la Medicina, el contacto con la gente, que no le importe estudiar (ya que es duro), sobre todo al principio, donde las asignaturas no son muy motivadoras y parece que te has confundido de carrera, comentar que conforme pasan los años, todo cada vez es más bonito y por ello, animo a quien le guste que siga adelante y que nunca hay que decaer ni desanimarse; de todo se aprende siempre hay que sacar el lado bueno de las cosas y de ellas elaborar experiencias enriquecedoras que nos hagan ser mejores personas.
En definitiva: pensad, que mientras más difícil sea el objetivo a alcanzar, más orgullosos estaréis y a la vez que la recompensa será mayor.
La mayoría de las personas rememoran sus épocas de estudiantes como una etapa de sus vidas llenas de diversión y de idas y venidas, mientras que yo creo que la recordaré, rodeada de “tochos” de libros, apuntes, clases, prácticas, seminarios, bibliotecas y salas de estudio, constantemente inmersos en una fiesta paralela: la fiesta del conocimiento. Pero no quiero agobiar a nadie, siempre no ha sido así, también se puede disponer de tiempo libre, el cual hay que disfrutar al máximo, aunque los remordimientos siempre quedan; como pensamientos, que vienen a la cabeza del tipo: “qué hago yo aquí con todo lo que tengo que estudiar”, pero tenemos que desconectar. Hay que tener vida social, salir con amigos, salir de viaje, es fundamental para poder aguantar la dureza del estudio.
Muchas veces, hay que aguantar el tirón de oír las típicas frasecitas: “deja de estudiar ya, no creo que sea para tanto lo que tienes que estudiar, estás loca como te metiste en esa carrera tan larga, vas a estar toda la vida estudiando, qué aburrida eres” etc. Son frases que durante la carrera no dejas de escuchar, y la verdad que agobian y queman, pero como todo pasa; mientras que ahora que nuestra andadura por la licenciatura va concluyendo, las frases van cambiando, ahora, escuchas, “qué bien que ya vayas acabar, eres una campeona, no me creo que ya vayas a terminar, si parece que empezaste ayer pero bueno a la gente no hay quién la entienda.
Por todo esto, cada uno tiene que intentar cumplir sus sueños y seguir adelante con lo que deseé hacer, en mi caso la Medicina era uno de mis sueños, pero el camino a recorrer no era nada fácil; muchas veces ni las prácticas, ni las clases son las que habías soñado, ni las horas dedicadas son muchas veces recompensadas pero hay que seguir y luchar por lo que uno quiere, al final todo tiene una merecida recompensa.
En mi caso en particular, creo que mi vocación por la Medicina me viene desde muy temprano, desde que era muy pequeña ya que me dedicaba muchas veces a jugar haciendo recetas artesanales y a darles consejos a los niños sobre que tenían que tomar para curarse; es gracioso recordar esa época. Mi madre muchas veces me enseña una carpetilla, con las recetas que hacía y me decía: no, ¡si ya apuntabas maneras de chica!
Puedo decir que la Medicina engancha, te haces a la vida rutinaria de estudiar, y parece que cuando no llevas esa rutina, sientes que te falta algo, pero como he dicho antes, tienes que desconectar un poco, porque si no te puedes ” volver loco”, la vida de un estudiantes de medicina, no es solo estudiar, hay que saber organizarse, tener un horario más o menos fijado, pero siempre salir a desconectar, a respirar aire fresco y salir a la calle, por lo menos a mí me funciona. Necesitamos descansar, planear actividades que te motiven, y que te hagan disfrutar, y te den fuerzas para seguir estudiando.
Para ir concluyendo esta redacción, me queda decir, que a todo el mundo que le guste la Medicina, el contacto con la gente, que no le importe estudiar (ya que es duro), sobre todo al principio, donde las asignaturas no son muy motivadoras y parece que te has confundido de carrera, comentar que conforme pasan los años, todo cada vez es más bonito y por ello, animo a quien le guste que siga adelante y que nunca hay que decaer ni desanimarse; de todo se aprende siempre hay que sacar el lado bueno de las cosas y de ellas elaborar experiencias enriquecedoras que nos hagan ser mejores personas.
En definitiva: pensad, que mientras más difícil sea el objetivo a alcanzar, más orgullosos estaréis y a la vez que la recompensa será mayor.
Alumna de 6º curso del Hospital Universitario Virgen de Valme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario