Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

¿Sabes quién fue el primer médico de la Historia?

Han pasado ya más de seis años desde que mi abuelo me respondió con esta pregunta cuando le dije que quería estudiar Medicina.

“No, ¿quién?”: le pregunté ingenua creyendo que iba a empezar a narrarme unos hechos con nombres, apellidos y fechas.

“El primer médico de la Historia fue la primera persona que tendió su mano para ayudar a alguien en el suelo a levantarse, limpió sus heridas derivadas de la caída y le hizo sentir mejor tras el dolor del golpe.”

Yo sonreí. Ser médico es Ayudar.
Ayudar es el Fin, y todo lo demás son los medios. Una carrera de seis años son los medios, el estudio y el sacrificio son los medios, la preparación son los medios, ser médico son los medios… y aunque a veces me ha resultado duro, agotador, extenuante… ese Fin es lo que quiero y lo sé desde que escuché la historia de una frase sin fechas y sin nombres.Yo quiero ayudar y esta profesión es la forma más bonita que he encontrado para hacerlo.

Sí, a mí este Fin me justifica estos medios.
Y desde que adquirí esta forma de ver la carrera, no he dejado de identificar medios y afrontarlos: “todas estas horas de estudio me ayudarán a desarrollar la resistencia”, “esto es para aumentar mi capacidad de concentración”, “los días intensos me entrenan para en unos años ser capaz de trabajar con buen rendimiento bajo presiones, durante las guardias, cuando las cosas se compliquen…”

Y así he ido superando cursos y ganando recursos.
A tres meses de terminar la carrera, me miro y me comparo con la yo de diecisiete años que entró por primera vez en este mundo y me doy cuenta de lo mucho que me ha cambiado la Medicina. Después de seis años imbuida en apuntes, clases, libros, horas de estudio, prácticas de laboratorio, de hospital, exámenes, agobios y alegrías, parece que no he tenido tiempo para percatarme de lo que me estaba pasando por dentro:

Si empecé en primero teniendo mi vida a un lado y la Medicina a otro, ahora en sexto de repente no las puedo separar, se han solapado dos esferas, yo lo visualizo como un eclipse permanente.

Si empecé en primero sin entender bien del todo a qué se referían algunos profesores con aquello de “ser médico no es un trabajo sino una forma de vida”, ahora en sexto de repente creo que estoy adoptando ese modo de vivir y me dirijo a mi yo de diecisiete años para decirle “¡que no se trata de entender, que se trata de sentir!”.

Si empecé en primero guiada por el “ver, oír y callar”, ahora en sexto me quedo con la triada “observar, escuchar y ayudar”.

Si empecé en primero estudiando para superar exámenes, ahora en sexto hace tiempo que experimento continuamente la necesidad de saber más… de estudiar para aprender más, para responder a mis preguntas, para formarme lo mejor posible. Ya no se trata de superar un examen, sino de poder dar respuestas ya sea con palabras, con gestos o con acciones, a los problemas que impiden el bienestar de una persona.

En estos seis años he estudiado mucha teoría médica, pero me llevo la sensación de haber aprendido más que eso… he aprendido mucho acerca de las personas, llegando a interiorizar la acertada frase “en medicina no se tratan enfermedades sino enfermos”, hasta el punto de establecerla como una estrella guía que no me permita olvidar nunca que sentirse atendido, sentirse acompañado, sentirse comprendido, sentirse escuchado de verdad, puede hacer tanto o más que un tratamiento farmacológico en algunos casos,por lo que no deben ir separados; una estrella guía que no me permita regirme por un patrón común, sino que me recuerde siempre que “cada paciente es un mundo”. No sé si este cambio ha ocurrido en segundo, o en tercero, o en quinto, o ayer.

Posiblemente a lo largo de todos estos años, pero tampoco importa demasiado identificar el momento preciso en el tiempo. Lo que importa es que ahora me doy cuenta de que la Medicina me ha llevado a su terreno y yo no he hecho ni un mínimo esfuerzo por resistirme.

Medicina es Vida. ¿Será por eso por lo que se está aquí tan a gusto? Será por eso por lo que voy a quedarme aquí, en mi eclipse perenne. No solamente en busca de personas para ofrecerles la mano, limpiar sus heridas e intentar hacerles sentir bien; sino también en busca de aquellas que tienen miedos o están a punto de caerse y quieren un soporte para evitar la caída y ganar seguridad. Tengo suerte de querer ser médico… tengo suerte porque no sabría hacer otra cosa.

Consuelo Ramos Giráldez. Alumna de sexto de Medicina en el Hospital Universitario
Virgen de Valme. Universidad de Sevilla. Febrero de 2013.

Pero a todo esto, lo que mas me gusta, es añadir la palabra ESPERANZA.

¿Por que estudio medicina?   Buena pregunta

Complejo de Jesucristo. Es una de las cosas que te planteas cuando eres joven… cuando ya te va alcanzando la madurez, como es mi caso, la mirada se va volviendo resignada, humilde, cautelosa, limitada….


La muerte reflejada en los ojos de un niño. En mi caso es uno de los sucesos que más, me ha impactado, y aun hoy no consigo encajar o racionalizar… , un niño con una enfermedad mortal. Eso me alcanza de un modo incapacitante, sin embargo hay compañeros que trabajan con ello de forma diaria, los admiro, y no dejo de asombrarme de la diversidad del espíritu humano…

Disciplina de muchos ¿por qué? y de pocos porque.

Regusto algo amargo como el poso de un buen café….

Fascinación por los porqués, la complejidad de la naturaleza. Que ante mis ojos expectantes cual chiquillo ante nueva respuesta, se va deshilando como un hilo infinito….


La limitación de los conocimiento. Como limitado es el ser humano, esto hace que aceptar que ya no podemos curar es para mí algo duro, que solo se ve aliviado solo en parte, por el hecho de que paliar y reconfortar si tiene un campo infinito…. Complejidad del alma humana. Que diferentes somos unos de otros, sin embargo solo nos iguala la enfermedad y la muerte como el rey al plebeyo… y de esto la medicina hace todo su universo, como herramienta de igualdad…


Capacidad de ayudar a personas. En un momento crítico en sus vidas, es dar lo mejor de nosotros mismos, para ayudar a nuestros semejantes no en cualquier momento, sino cuando más lo necesitan…  Formar parte de una elite ancestral, nos engañaríamos, si lo negáramos, es poder desde hace mucho tiempo, aunque el modelo de paternalismo medico ya no existe, pero la figura del médico sigue siendo una garantía de éxito personal.


Forma parte de un proceso de superación personal. Es lo que supone en mi caso personal, desde la convicción de una persona que pensaba que no valía para estudiar y encontrarme en el último año de una difícil carrera, y seguir enamorado de ella, es como subir el Everest… Enriquecimiento de relación con personas de diferentes generaciones. Este es el ámbito de la universidad que permite este enriquecimiento, y que la hace un marco inimitable para las relaciones humanas …

Una escuela de niños grandes… siempre pienso que hay que verla con esos ojos. Me resulta muy curioso lo que la gente ve en un medico. Es como un faro en la noche oscura para los marineros, pacientes ante la incertidumbre de su propio rumbo, que reconforta, que guía y que tranquiliza, pero el rumbo lo gobiernan el mar y las corrientes… el faro solo ayuda.


Proceso de renuncias y aceptación de la realidad humana, de su naturaleza efímera, de nuestra verdadera misión como seres humanos. ¿pude haber hecho mas?, ¿pude haberlo hecho mejor? Son preguntas que no le deben faltar a un medico en todos sus pacientes…


Pero a todo esto, lo que mas me gusta, es añadir la palabra ESPERANZA, que para mi significa futuro, nuevos horizontes de curación, el _____, en este momento no se cura pero se esta probando un nuevo procedimiento que si lo hará, y eso ante los pacientes que sufren la enfermedad no es poco..No olvidar quien era y en que me he convertido al cabo de seis años de carrera y pensar que ha valido la pena el camino…


Ignacio Soldado Rodríguez. 6º curso de Medicina de Hospital Universitario de Valme de la Universidad de Sevilla.

Personas de las que he aprendido Medicina, muchas. Personas de las que haya aprendido a hacer Medicina, ninguna.

La verdad que ante la cuestión de por qué estudié Medicina habré respondido de una manera diferente cada vez que me la hayan preguntado. Como todo en la vida, depende de con qué pie te hayas levantado ese día. Y creo que con esta carrera se hace aun más evidente. Supongo que si me lo hubieran preguntado allá por junio de 2007, antes de empezar primero, hubiera respondido algo totalmente opuesto a lo que voy a responder hoy. Y la verdad, nunca me había planteado cuánto puede cambiar una opinión a través de la experiencia. Es decir, como el paso del tiempo, puede modular tanto una percepción que parecía tan segura por entonces.

Creo que mi ‘yo de primero’ con unos cuantos kilos de ojeras menos que ahora y una mirada algo más amable, menos cansada, habría respondido fiel a lo que era. Una chica de 17 años con miles de proyectos en la cabeza, unas ganas inmensas de absorber cualquier información que pululara a mi alrededor y con una idea demasiado sobrevalorada de cómo sonarían unos pulmones enfisematosos a través de mi fonendo. Hubiera respondido que siempre había soñado con vestir una bata blanca y andar por los pasillos de un hospital saludando a cada uno por su nombre. Entrar en todas las habitaciones de los pacientes, sentarme en sus camas, apagar la tele y simplemente charlar. Conocer su enfermedad. No la del libro, sino la suya. De qué manera le duele, sí, y cómo se irradia, pero también cómo le afecta cuando llega al trabajo cada día sin haber dormido la noche anterior. Y cómo desde entonces se ha vuelto una persona dependiente, y no puede levantarse sin ayuda para ir al baño. De lo que le preocupa que ahora sea su hija la que tiene que darle de comer a ella, cuando hasta hace unos años era al contrario. Pensaba ser de esos médicos a los que le preocupan las personas. Que quieren conocer su realidad completa, su realidad sana y no solo su realidad enferma. En fin, no sé si logro explicarme, porque ni yo misma recuerdo exactamente cómo era esa imagen que había fabricado en mi cabeza antes de entrar en un hospital vestida de blanco por primera vez.

A medida que fueron pasando los meses y los años esa imagen se fue deteriorando. No encontraba esa amabilidad por ningún rincón del hospital. Todo era burocracia, papeleo y gestiones. El tiempo para ver a los pacientes se reducía a una mínima parte de la jornada. Pruebas complementarias, exploración física y plan terapéutico. ¿Pero y el momento de sentarse junto al paciente y escuchar?, ¿cuándo llegaba esa parte en la que el médico callaba, sonreía y simplemente escuchaba al paciente? Esperé que llegara el momento pacientemente, pero a día de hoy todavía no ha llegado. Por el camino me he encontrado auténticos genios de la Medicina, de los libros me refiero. Pero ni uno, y es muy duro decirlo tras seis años, ni uno solo ha sido para mí un referente. Alguien de quien fijarme, de quien aprender, alguien a quien admirar. Personas de las que he aprendido Medicina, muchas. Personas de las que haya aprendido a hacer Medicina, ninguna.

Espero que nadie se haya echado las manos a la cabeza con esto que he dicho. Quizá alguno de mis compañeros escriba sobre lo estimulantes que han sido estos seis años de carrera, lo mucho que le han hecho reafirmar sus pensamientos iniciales sobre el ejercicio de la Medicina. Me alegro infinitamente por ellos. Ojalá yo hubiese buscado donde ellos han sido capaces de encontrar.

De todas maneras, ‘nadie escarmienta en cabeza ajena’, o al menos eso decía mi abuela. Así que yo, ahora a mis 23 años, con algo más de ojeras que a los 17 pero con menos que los médicos de mi hospital, estoy a tiempo. Siento que me encuentro capacitada y en el momento adecuado de cambiar las cosas. De no cometer los mismo errores. De escarmentar de una vez por todas de esta forma de hacer Medicina. De no conformarme con hacer lo mismo que han hecho otros. De cambiar las cosas. De crear escuela o como quiera llamarse. De preocuparse de una vez por todas del enfermo y su vivencia de enfermedad. De su familia. De su entorno. De dejar de mirar a las personas a través de una radiografía y mirarlas a los ojos durante un buen rato. Creo que todavía no me han quitado la ilusión de ser buen médico. Y espero conservarla unos cuantos años más.

Y esta es mi opinión a día de hoy, filtrada a través de seis años de carrera. Muy diferente de mi idea inicial. Quizás dentro de otros seis haya vuelto a cambiar.
Alumna de 6º curso de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla.

No quiero ser médico por lo bonito o feo que sea la profesión, quiero ser médico como una forma de vivir en el mundo, incorporándolo dentro de mí como cualquier otro carácter personal.

He tenido muchas razones a lo largo de mi vida por las que quería aprender a ser médico. Al principio mis pensamientos respecto a este tema iban dirigidos a curar a las personas y divertirme haciéndolo, como creo que un niño piensa acerca de cualquier dedicación futura. La verdad es que en mi cabeza nunca hubo otro pensamiento que el de ser médico, quizá sea por eso por lo que me derrumbé al acabar los estudios y comprobar que no había entrado en la carrera. Más tarde pensé que si no podía ser médico, quizá si podía ser cualquier otra cosa, al fin y al cabo crecer también significaba apoyar los pies en la tierra y asumir los vaivenes que la vida te ofreciese. ¡Qué equivocada estaba! Cuando más segura estaba que mi vida se centraría en la Biología, una llamada de teléfono me brindó la oportunidad de cumplir mi sueño y volver a despegar del suelo.

El comienzo fue tal y como lo imaginé lleno de entusiasmo, pero no de muchos profesionales de la medicina que me ilusionaran y me dieran aplicaciones de lo estudiado a la relación con las personas. Es cierto que necesitaba muchos conocimientos aún, pero también necesitaba un poco de motivación y que mi aprendizaje no fuera una decepción o una falta de equilibrio entre la importancia de las asignaturas y su correcta aplicación a las personas. Aprendí que los conocimientos científicos acerca de una profesión te dan las herramientas para ejercerla racionalmente, pero, ¿es eso lo que se espera de un médico?, ¿que diagnostique y trate al paciente como una máquina hecha exclusivamente para acumular información y a la que no hay que enriquecer de otras disciplinas? En mi opinión, es esto precisamente lo que te enseña la carrera.

He de decir que el último curso de la carrera donde nos encontramos, ha despertado en mi aún más si cabía, el deseo de seguir estudiando no para ser el premio Nobel de Medicina en un futuro sino estudiar a cada persona individualmente, cosa que claro está, llevaría tiempo hasta al más inmortal de los mortales. He aprendido a mirar desde una mirada ajena, a sentir desde el corazón de otras personas y a vivir feliz sabiendo todo lo que me queda por aprender. En este sentido creo que este año si me he encontrado con un par de profesionales que de modo personal y sincero han hablado con la futura médico que voy a ser ,y no como una alumna, que no es ni siquiera de notables, a la que hay que apretar las tuercas para que sepa etiologías, patogenias, diagnósticos y tratamientos de muchas enfermedades. Soy consciente que hay cosas de las que tendré que empaparme para poder orientar bien la enfermedad de las personas, pero también he pensado en estudiar otras disciplinas sean vía universitaria o a modo de cursos, seminarios o grupos de trabajo para aprender y entender al cien por cien la Medicina. En este sentido nunca he tenido la necesidad de acabar antes que nadie la carrera, de elegir especialidad por reconocimientos externos a la profesión o por decir que un puesto en el MIR me hace mejor médico que otra persona, cosa con la que día a día me encuentro en mi entorno.

Antes quería ser médico, ahora quiero ser amiga, hija, vecina, estudiante, compañera, y todas esas cosas que nos definen como personas. No quiero ser médico por lo bonito o feo que sea la profesión, quiero ser médico como una forma de vivir en el mundo, incorporándolo dentro de mí como cualquier otro carácter personal. Ante todo esto también me he preguntado centenares de veces si mi forma de querer ver la medicina es la verdadera, si mis motivos para haber comenzado su estudio y ahora para incorporarla como parte de mi son válidos, o validados por la sociedad. Siento que en muchas ocasiones voy a cruzarme con trabas burocráticas, económicas y políticas en el ejercicio de la medicina pero también soy muy positiva al respecto puesto que aunque existan presiones externas, desánimos o incluso prohibiciones ante determinadas acciones médicas, nadie puede quitarme la manera de entender la medicina, pues sería quitarme mi propia personalidad y puedo asegurar que ningún político o “alto cargo, que no alta persona” podrá arrebatármela.

Hoy por hoy he contestado a aquella persona que fui al empezar la carrera y he comprobado que soñar es precisamente lo que nos hace estar en el mundo y es por ello por lo que entiendo esta profesión como la más cercana a tener bien puestos los pies en la tierra y la que me hace despegarlos de él en momentos claves de mi vida. Soy consciente también que terminaré la carrera exenta y discapacitada para multitud de ocasiones que se me presentarán en la profesión y que seguirá siendo una lucha diaria para adquirir los conocimientos necesarios pero ¿es que acaso en la vida no vamos luchando y superando absolutamente todo? Ante esto solo me queda decir la satisfacción personal que me da seguir hacía delante con mi mirada fija en esta magnífica forma de vida.

Alumna de 6º curso de Medicina de la Universidad de Sevilla.

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