Siendo sinceros.
Siendo sinceros, las razones que
mueven nuestras inquietudes, deseos, metas, ¿intereses?, son habitualmente de
lo más corrientes, vulgares, ¿predecibles? Quizás este punto de vista, esté
totalmente condicionado por una falta de confianza notable en la filantropía
INNATA, y este es el mismo tema.
Yo, no empecé medicina porque: me gustaba la
gente, quería ayudar, quería hacer algo por el mundo, soy un beato de la
vida... Yo comencé medicina porque estudiar medicina es guay, me va a solventar
el futuro económico, voy a saber mucho, seré alguien respetable; y además, mi
padre es médico, ¿acaso existe otra cosa que no sea MEDICINA?: No hombre no...¡es
lo mejor para ti, hijo mío! ¿Qué vas a ser si no, artista? Bien, por eso empecé a estudiar medicina.
Y digo, empecé. Ciertamente, me resulta complicado creer que un/a postadolescente
de 18 años recién cumplidos, SANO/A, sin ningún PROBLEMA reseñable hasta esa fecha,
empiece a estudiar medicina por alguna razón distinta que no sea la que yo tuve
en su momento. ¿Hasta dónde llega nuestra sensibilidad humana en ausencia de
sufrimiento ajeno, y sobre todo propio? Creo, no demasiado lejos. ¿Cómo me va a
indignar una sensación, somática o psíquica, que sólo conozco (y muy de pasada)
cognitivamente? Difícil, ¿imposible?: bueno, alguno habrá... no fue mi caso.
Año 1, comienzo medicina y la medicina
es desbordante. Asistes a las clases: entiendes 2 cosas: una sobre la proteína
quinasa A, y otra sobre los canales de sodio/potasio. Incluso, aprendes a decir
"sincitiotrofoblasto". Y ya eres médico "de facto" o al menos,
para tus amigos, y para esa chica de la biblioteca que te gusta, y eso es muy
importante; lo que más. Exámenes. Más clases. Prácticas
de laboratorio. Sala de disección. Más exámenes. Patología general: bien, se te
baja el subidón. Realmente, no tengo ni idea. Prácticas de patología general:
bien, realmente soy una nulidad. Comienzas
a ver enfermos, pacientes, "padecientes". Ahora sí. La planta del hospital: olores,
familiares en los pasillos, pasillos sin familiares y además, personas que
esperan que tú solventes su problema, sea el que sea, no importa.
La cosa cambia: es la hora de
mirar frente a frente al sufrimiento. Ver llorar por un diagnóstico, ver
sufrir, ver morir, ver la desesperación por lo que se acaba: hoy, mañana, en 6 meses...
Y ver, que tu residente o adjunto puede hacer algo para mitigarlo, ¡incluso
para prevenirlo!: consejos dietéticos, fármacos, cirugía, rehabilitación,
bronca por fumar... Todo vale para que la sangre no llegue al río.
Ahora sí: nace mi vocación. Empiezo a entender
el diálogo: persona-padecer. Uno con el otro: se ignoran, encuentran,
distancian, chocan... Voy ENTENDIENDO medicina, sin el "la" delante,
porque se aprende en muchos sitios: en cómo nos dice "buenos días" el
enfermo, y en cómo gesticula (o no gesticula) cuando le auscultamos. Soy
consciente: esto me llevará toda una vida pero estoy dispuesto a llevarla.
Está bien: estudiar merece la
pena si es para esto. ¿Podré aumentar la dignidad humana en mi pequeño círculo
de actuación?, ¿en mí mismo?, ¿aunque sea en algo? Me comprometo. Lo voy a
intentar. La verdad es que cada día digo
con menos entusiasmo que estudio medicina; dentro de muy poco, incluso podré
decir que soy médico. Pero no es para mí un orgullo social, poder lucir tan
solemne distinción; con todo, quiero ser MÉDICO, si eso significa poder cambiar
en algo (muy poco, lo sé) la realidad sufridora y "padeciente" que he visto hasta
el momento. Soy consciente del efecto
placebo de la figura del sanador, pero aún así, creo que estamos viviendo una
época de cambio en este sentido. Un tiempo en el que cada persona se hace
protagonista, y sobre todo responsable de su salud; al fin y al cabo, sólo a
ella le pertenece. Sería de desear que nuestra labor en un futuro fuera mucho
más encaminada a este tipo de objetivos; espero, no como un acto de cobardía,
sino como una verdadera confianza en la actitud del paciente, incluso en la del
no-paciente.
Esta mañana, pregunté a mi
adjunto dónde estaba la historia de la paciente de la habitación 808-1: mujer,
44 años, neoplasia de mama, metástasis cerebral, cuidados paliativos.
Murió ayer por la tarde. ¿Detrás
de todo esto? Sufrimiento. Humano.
Bien, ahora sí: la MEDICINA comienza a
gustarme. Merecerá el esfuerzo. Seguro.
Alumno de 6º curso de la Facultad de Medidicna de la Universidad de Sevilla.
Alumno de 6º curso de la Facultad de Medidicna de la Universidad de Sevilla.
estudié medicina, tengo mi titulo y siempre he dicho trabajo de medico, es un trabajo mas...
ResponderEliminarmi opinion el trabajo que mas te enseñara en la vida y el que mas recompensa te dara...