Nunca he sido muy consciente del camino que me ha traído hasta aquí, pero sin embargo aquí estoy, a punto de terminar uno de los retos más importantes de mi vida.
Digo que estudiar medicina se ha convertido en un reto porque así lo he sentido yo. A pesar de lo que los ajenos pueden pensar, las horas de estudio no son lo peor, como tampoco lo son la sangre, las colostomías o los sondajes vesicales. Lo peor sin duda que me he encontrado a lo largo de este camino ha sido el enfrentarme cara a cara a la muerte, esto que parece un tópico, fue una experiencia que jamás voy a olvidar en mi vida y quiero compartirla:
El primer día de prácticas de patología médica, una asignatura que se imparte en el curso de tercero, subí a la tercera planta de Hospital Virgen Macarena. Me había tocado con uno de los mejores médicos de prácticas según decían y yo no sabía muy bien a qué se referían al decir aquello. Sin embargo pronto lo descubrí: un día pasando planta junto al médico él me advirtió: “esto es tan básico en la formación de un médico como lo es saber los valores normales de una gasometría”. Entré en la habitación y allí contemplé varias enfermeras y como unos familiares lloraban y otros se abrazaban. Al llegar a la paciente permanecí al lado del médico temeroso de lo peor. Sin embargó la paciente vivía, pero no por mucho tiempo más. Comprendí el concepto de limitación del esfuerzo terapéutico que tanto habíamos estudiado en los apuntes. Y allí fue entonces donde vi morir a un paciente al que le había llegado su hora.
He querido contarlo porque el hecho fue algo que me marcó profundamente. Aprendí dos cosas aquel día: que la muerte no es un proceso pasivo en el que el cuerpo muere sin más, sino que lucha por la vida y que no me había equivocado en absoluto en elegir aquella carrera. Ahora creo que un médico no nace, sino que se hace. Se hace bajo el deseo de evolución, de luchar contra las enfermedades y los males y en medida de lo posible retrasar la propia muerte.
Morir es Final, The End, Game Over. Saberlo me da fuerzas para seguir, para intentar hacer feliz en la medida de lo posible a aquellas personas que me necesiten, conocerles, enseñarles, aprender de ellas, socorrerlas, mejorarlas y cuando llegue ese final sentirme orgulloso de lo que soy y he sido.
Alumno de 6º 2013-2014 de la Facultad de Medicina de Sevilla. Hospital Universitario de Valme.
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