Ahora cuando estoy en lo más alto de esta escarpada escalera que supone la carrera de medicina, es cuando me doy cuenta de que esto es solo el principio.
La inquietud que despierta en mí este mundo no ha hecho sino crecer desde que comencé este viaje hace ahora seis largos años. La medicina es un mundo lleno de pasiones y de interrogantes, es un estudio donde te descubres a ti mismo a la vez que aprendes a comprender a los demás, al mundo que te rodea.
Podría dejar aquí escrito una lista interminable de bondades de la carrera médica, pero en mi opinión aquello que me ha ayudado en especial es la certeza de estudiar una ciencia diferente: aquí no hay nada exacto ni inamovible, todo tiene un sentido y a menudo es oculto. Los seres humanos hemos descubierto universos distantes pero no sabemos nada de nosotros mismos.
La medicina estudia a las personas, no sigue normas, cánones ni ecuaciones. Trata a padres, amigos o hermanos. Es la única disciplina que trabaja por el amor, que lucha por los bienes intangibles: la felicidad, la comprensión, la libertad.
Los estudiantes de medicina somos los estudiantes más atípicos, no solo por el hecho del trabajo diario que te exige esta formación sino porque la medicina no se estudia: se vive. El buen médico es interdisciplinar, debe tener conocimientos ya que de nosotros depende la vida de otros, esto solo se puede conseguir durante los largos días de estudio. Además ha de tener ojo clínico, la única manera de conseguirlo es ir cada mañana al hospital, abrir bien los ojos y la mente, aprender de quien pueda y más infrecuentemente quiera enseñarnos.
Por último el buen médico debe de tener trasfondo humano, aquel que no sienta amor por sus enfermos, aquel que no sienta rabia y trate de evitar el sufrimiento ajeno, que no emprenda este camino.
C.A- Hospital Universitario Virgen de Valme 2008-2014.
La inquietud que despierta en mí este mundo no ha hecho sino crecer desde que comencé este viaje hace ahora seis largos años. La medicina es un mundo lleno de pasiones y de interrogantes, es un estudio donde te descubres a ti mismo a la vez que aprendes a comprender a los demás, al mundo que te rodea.
Podría dejar aquí escrito una lista interminable de bondades de la carrera médica, pero en mi opinión aquello que me ha ayudado en especial es la certeza de estudiar una ciencia diferente: aquí no hay nada exacto ni inamovible, todo tiene un sentido y a menudo es oculto. Los seres humanos hemos descubierto universos distantes pero no sabemos nada de nosotros mismos.
La medicina estudia a las personas, no sigue normas, cánones ni ecuaciones. Trata a padres, amigos o hermanos. Es la única disciplina que trabaja por el amor, que lucha por los bienes intangibles: la felicidad, la comprensión, la libertad.
Los estudiantes de medicina somos los estudiantes más atípicos, no solo por el hecho del trabajo diario que te exige esta formación sino porque la medicina no se estudia: se vive. El buen médico es interdisciplinar, debe tener conocimientos ya que de nosotros depende la vida de otros, esto solo se puede conseguir durante los largos días de estudio. Además ha de tener ojo clínico, la única manera de conseguirlo es ir cada mañana al hospital, abrir bien los ojos y la mente, aprender de quien pueda y más infrecuentemente quiera enseñarnos.
Por último el buen médico debe de tener trasfondo humano, aquel que no sienta amor por sus enfermos, aquel que no sienta rabia y trate de evitar el sufrimiento ajeno, que no emprenda este camino.
C.A- Hospital Universitario Virgen de Valme 2008-2014.
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