Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

Sí has decidido estudiar medicina, lo que si te puedo decir, y créeme que te lo digo de corazón, es que, con los años, te darás cuenta de que, sin saberlo, estabas tomando la decisión correcta.

No soy la persona más adecuada para convencerte de que estudies Medicina. No soy la más indicada para decirte que, desde un principio, luches por lo que quieres, porque yo, cuando estaba en tu situación, no lo sabía. Nunca tuve motivos para entrar en Medicina, simplemente fui una de las afortunadas con cabeza y muchas horas de estudio a la espalda cuya nota daba para entrar, y eso, sumado a la indecisión del momento, me hizo solicitar esta carrera.

Lo que si te puedo decir, y créeme que te lo digo de corazón, es que, con los años, te darás cuenta de que, sin saberlo, estabas tomando la decisión correcta. Y aunque te llevará los tres primeros cursos, y unos cuantos suspensos, no te rindas, comenzarás a ver la luz.

Yo llegué aquí, a Sevilla, hace exactamente 5 años y medio. Dejé a unos cuantos cientos de kilómetros toda esa vida que me había costado 18 años formar (con mucho esmero) y me vine completamente sola. No conocía a nadie, ni tenía ningún apoyo, pero eso nunca fue un problema. Este será el mayor consejo que te daré: nunca serás nadie si no estás bien rodeado, si no tienes cerca a personas que te apoyen incondicionalmente y que sufran en tu lucha como el que más. Y por mi parte, de buenas gentes voy sobrada. Gracias a ellos estoy a unos meses de ser MÉDICO y, aunque no lo sepan, ni se lo recuerde muy a menudo, gran parte de este camino se lo debo a ellos.

Y es que la Medicina te va a aportar todo aquello que necesites en tu vida: la autoestima suficiente para saber que, si has podido con esto, puedes con cualquier cosa. La fuerza para seguir adelante después de todos los pasos que ya has dado. El valor para enfrentarte a lo que te venga, la sabiduría para conseguir lo que te propongas, la paz de saber que ayudas a todo aquel que puedes. Las emociones de acompañar a personas en su estado más vulnerable, de saber que te agradecen todo y más, de conseguir sacarlos para delante. El orgullo de saber que hay gente que, sin conocerte, te agradecerá el resto de su vida lo que hiciste por su padre, su hija, su marido… Te dará alegrías, te dará disgustos, y habrá días en los que será mejor no haberse levantado… Pero también habrá días grandes, días en los que hagas feliz a muchas personas, simplemente con un tratamiento, unas palabras adecuadas en el momento justo, un gesto de compresión o una muestra de que, siempre que puedas, estarás a su lado. Y creo que, por todo eso, merece la pena más que de sobra que empieces esta aventura. Querrás llorar, querrás abandonar y echarte atrás, y te acordarás de mí y del maldito día en que mis palabras te motivaron para elegir tu futuro. Pero entonces, en alguna práctica, subirás al hospital y algún paciente te sonreirá, y te dará las gracias simplemente por haber ido a su habitación a ver qué tal va, y te dirá “seguro que vas a ser un gran médico”. Y todas esas horas de estudio, todas esas lágrimas derramadas, todos esos nervios sufridos, habrán pasado a ser historia. Y te sonreirás, y te acordarás de cuando te dije “no desesperes, créeme, estas tomando la decisión correcta”.
Alumna de 6º curso de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla.

Me gustaría poder recordar siempre estos momentos y nunca olvidar que yo también fui ESTUDIANTE, si algún día tengo alumnos poder brindarles las mejores prácticas posibles, ya que esto puede ser un aliento como lo fue para mí en medio de tanto estudio.

Desde temprana edad ya decía que quería estudiar medicina, pero claro esto dejó de ser la típica tontería que va diciendo un niño, cuando empecé a profundizar en biología en el cuerpo humano y comenzó a fascinarme el funcionamiento de este. Por otro lado, también tenía la inquietud de poder ayudar a las personas más desfavorecidas o con problemas, y descubrí que la medicina reunía todo a lo que yo quería dedicar mi vida. Así que llegado el momento de hacer la prescripción para universidad solo puse medicina porque tenía muy claro que esto era lo que quería.

Empezaron las primeras clases, los primeros momentos de estrés, muchas prácticas al microscopio, asignaturas no menos importantes pero quizás no tan atractivas como deseara, así un largo recorrido hasta llegar a sexto curso.

Ahora mirando hacia atrás veo que mi etapa como estudiante ha sido una montaña rusa ha habido momentos de todo tipo, esos momentos desagradables como: cuando te hartas de  estudiar, conoces bien la materia pero la calificación es buenas; prácticas a las que vas con toda la ilusión del mundo y tienes la misma función que un mueble de la consulta, momentos en los que ves que el sistema de organización de prácticas y asignaturas son un caos y siempre los que salimos perjudicados somos los alumnos, etc.

Pero por encima de todo, me quedo con los buenos recuerdos que son los que hacen que merezca la pena luchar y continuar en este maratón con obstáculos. Por ejemplo, amigos con los que compartes conversaciones “superfrikis” con términos que hacen unos años te hubieran parecido chino, amigos que te animan y comparten contigo los momentos de malos. Las primeras historias clínicas, lo bonito que es relacionarte con los pacientes y descubres que puedes llegar a recoger mucha información interesante y acercarte a un diagnóstico dándole sentido a todas horas de estudios, y miles de momentos así que suceden en las prácticas.

Para terminar me gustaría poder recordar siempre estos momentos y nunca olvidar que yo también fui ESTUDIANTE, si algún día tengo alumnos poder brindarles las mejores prácticas posibles, ya que esto puede ser un aliento como lo fue para mí en medio de tanto estudio. Por otro lado, nunca olvidar la esencia que me llevo a este camino, que es el amor a las personas y ayudarlas en todo lo posible.
Alumno de 6º curso del Hospital Universitario de Valme de la Universidad de Sevilla.

Para mí ser médico es una forma de ser, de preocuparte por los demás, de tener una oportunidad de ayudar a otras personas cuando más lo necesitan, de que tus conocimientos puedan serles útiles a alguien.

Después de tantos años de carrera cuesta un esfuerzo poner mirar atrás para recordar que nos ha llevado hasta aquí. La verdad llegado este punto parece que ha quedado olvidado, aunque realidad, cada uno lo lleva interiorizado sus propios motivos, su propio transcurso de años de estudio, o valores que espera alcanzar en la profesión de médico. Y yo ahora estaba contenta de  haber llegado a la parte final, de cumplir una meta, tengo que rememorar no sé ni por dónde empezar.

Aparentemente algunas personas dirán que desde anteriormente a lo que yo recuerdo, pero para mí parte de otro punto más lejano,  parte desde mis quince años, lo tenía más que claro, quería estudiar Medicina.  Lo tenía decidido, es más era el único futuro que veía en mi camino, así que me puse manos a la obra, cambie de instituto, me apunte a clases particulares, y todo para llegar la ansiada nota de corte.

Después de conseguir acabar satisfactoriamente la selectividad, quedaba la época de las inscripciones, y llego final de agosto y aun no tenía respuesta de ninguna de todas las universidades del país, solo enormes listas de espera de suplente numero quinientos. Pero bien con mucha paciencia y algo de suerte entre en una las universidades, que tenía en mente y no muy lejos de mi ciudad.

La verdad no sé si mis motivos una vez finalizada la carrera se parecerán en algo a aquellos que me llevaron hasta aquí. Desde pequeña siempre he  sido muy observadora y he tenido curiosidad por aprender todo aquello que me fuera nuevo o desconocido. Uno de mis dibujos animados preferidos era precisamente ”El cuerpo humano”,  y me doy cuenta de que las cosas no han cambiado mucho desde entonces, me sigue encantando estudiar el funcionamiento del cuerpo humano.

Me gusta porque es una ciencia dinámica, dónde siempre hay nuevas retos, investigaciones y descubrimientos, dónde se trabaja cada día para conseguir avances en el tratamiento y el cuidado de los pacientes, dónde se intenta mejorar en la calidad de vida de las personas.

Para mí, medicina es una carrera de tantas que pude haber escogido, una profesión de tantas, como tantas personas hay en el mundo, y no creo que por muy médicos que todos seamos,  nos comportemos igual en una consulta.

Para mí ser médico es una forma de ser, de preocuparte por los demás, de tener una oportunidad de ayudar a otras personas cuando más lo necesitan, de que tus conocimientos puedan serles útiles a alguien. Es más que tener una memoria de elefante, que es capaz de retener un número indefinido de conceptos y porcentajes. Es ser empático con los demás y saber cómo tratarlos y saber lidiar con sus problemas, como te gustaría que se comportaran contigo.

Para mi esta es la única forma de hacer medicina que se me pasa por la cabeza, y cuando observo otras formas que no se acercan a lo que yo siento que debe de ser, es cuando se convierte en una forma de trabajo como otra cualquiera.

Alumna de 6º curso de Medicina del Hospital Universitario de Valme. Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla.

Los motivos que te llevan a elegir esta carrera son las ganas de ayudar, de ser útil a la sociedad y a los demás, y vivir cada día aliviando el sufrimiento y enfermedades de los otros. Pero todo sería mucho más fácil si siempre tuviésemos estos motivos presentes.

La motivación de un estudiante de Medicina es una auténtica montaña rusa a lo largo de la carrera en la Universidad y supongo que a lo largo de la carrera profesional una vez terminados. 

Los motivos que te llevan a elegir esta carrera son las ganas de ayudar, de ser útil a la sociedad y a los demás, y vivir cada día aliviando el sufrimiento y enfermedades de los otros. Pero todo sería mucho más fácil si siempre tuviésemos estos motivos presentes.

Esa es la teoría, creo que muchos entramos aquí por esas razones o similares, el caso es que a lo largo de los 6 años, esos motivos se olvidan muchas veces y cambian. De la ilusión del recién llegado alumno de Primero se pasa al cansancio del primer ciclo del alumno de Tercero, que vuelve a cargarse de ilusión cuando por fin llega al hospital en Cuarto, pero que poco a poco se va cansando en esta carrera de fondo. 
Lo más importante es sin duda no perder de vista la meta, tener siempre presente aquello que te motivó a entrar, tener claro que si no estuvieras en esta Facultad, no te verías en otras; porque por mucho cansancio y sacrifico que se pase, creo que vale la pena, y por más que muchas prácticas te defrauden por culpa de algunos médicos que no te echen cuenta, los pacientes siempre estarán ahí encantados de que les hagas la historia clínica, porque un rato de charla con los estudiantes a veces les da la vida.

Además, a lo largo de la carrera descubrirás que se pueden hacer las cosas mejor, que se puede mejorar el trato a los estudiantes, que la Medicina se puede enseñar mejor, que se puede motivar más a los futuros médicos para que sean excelentes en su profesión. Esto te motiva aún más a seguir en tu camino, llegar lejos y cambiar lo que no te ha gustado, para que las promociones que vienen detrás puedan disfrutar de una Medicina todavía mejor.

Por eso, después de 6 años, aunque esté cansado de estudiar, si tuviese que volver atrás, volvería a elegir la carrera, porque creo que invertimos 6 años en una carrera que nos va a devolver lo que le hemos dado con creces y porque mi relación con la Medicina no ha hecho más que empezar.
Alumno 6º curso Medicina Hospital Universitario Virgen de Valme. Facultad de Medicina de Sevilla. 2013-2014.

Un médico no nace, sino que se hace. Se hace bajo el deseo de evolución, de luchar contra las enfermedades y los males y en medida de lo posible retrasar la propia muerte.

Nunca he sido muy consciente del camino que me ha traído hasta aquí, pero sin embargo aquí estoy, a punto de terminar uno de los retos más importantes de mi vida.

Digo que estudiar medicina se ha convertido en un reto porque así lo he sentido yo. A pesar de lo que los ajenos pueden pensar, las horas de estudio no son lo peor, como tampoco lo son la sangre, las colostomías o los sondajes vesicales. Lo peor sin duda que me he encontrado a lo largo de este camino ha sido el enfrentarme cara a cara a la muerte, esto que parece un tópico, fue una experiencia que jamás voy a olvidar en mi vida y quiero compartirla:

El primer día de prácticas de patología médica, una asignatura que se imparte en el curso de tercero, subí a la tercera planta de Hospital Virgen Macarena. Me había tocado con uno de los mejores médicos de prácticas según decían y yo no sabía muy bien a qué se referían al decir aquello. Sin embargo pronto lo descubrí: un día pasando planta junto al médico él me advirtió: “esto es tan básico en la formación de un médico como lo es saber los valores normales de una gasometría”. Entré en la habitación y allí contemplé varias enfermeras y como unos familiares lloraban y otros se abrazaban. Al llegar a la paciente permanecí al lado del médico temeroso de lo peor. Sin embargó la paciente vivía, pero no por mucho tiempo más. Comprendí el concepto de limitación del esfuerzo terapéutico que tanto habíamos estudiado en los apuntes. Y allí fue entonces donde vi morir a un paciente al que le había llegado su hora.

He querido contarlo porque el hecho fue algo que me marcó profundamente. Aprendí dos cosas aquel día: que la muerte no es un proceso pasivo en el que el cuerpo muere sin más, sino que lucha por la vida y que no me había equivocado en absoluto en elegir aquella carrera. Ahora creo que un médico no nace, sino que se hace. Se hace bajo el deseo de evolución, de luchar contra las enfermedades y los males y en medida de lo posible retrasar la propia muerte.

Morir es Final, The End, Game Over. Saberlo me da fuerzas para seguir, para intentar hacer feliz en la medida de lo posible a aquellas personas que me necesiten, conocerles, enseñarles, aprender de ellas, socorrerlas, mejorarlas y cuando llegue ese final sentirme orgulloso de lo que soy y he sido.

Alumno de 6º 2013-2014 de la Facultad de Medicina de Sevilla. Hospital Universitario de Valme. 

El buen médico debe de tener trasfondo humano, aquel que no sienta amor por sus enfermos, aquel que no sienta rabia y trate de evitar el sufrimiento ajeno, que no emprenda este camino.

Ahora cuando estoy en lo más alto de esta escarpada escalera que supone la carrera de medicina, es cuando me doy cuenta de que esto es solo el principio.

La inquietud que despierta en mí este mundo no ha hecho sino crecer desde que comencé este viaje hace ahora seis largos años. La medicina es un mundo lleno de pasiones y de interrogantes, es un estudio donde te descubres a ti mismo a la vez que aprendes a comprender a los demás, al mundo que te rodea.

Podría dejar aquí escrito una lista interminable de bondades de la carrera médica, pero en mi opinión aquello que me ha ayudado en especial es la certeza de estudiar una ciencia diferente: aquí no hay nada exacto ni inamovible, todo tiene un sentido y a menudo es oculto. Los seres humanos hemos descubierto universos distantes pero no sabemos nada de nosotros mismos.

La medicina estudia a las personas, no sigue normas, cánones ni ecuaciones. Trata a padres, amigos o hermanos. Es la única disciplina que trabaja por el amor, que lucha por los bienes intangibles: la felicidad, la comprensión, la libertad.

Los estudiantes de medicina somos los estudiantes más atípicos, no solo por el hecho del trabajo diario que te exige esta formación sino porque la medicina no se estudia: se vive. El buen médico es interdisciplinar, debe tener conocimientos ya que de nosotros depende la vida de otros, esto solo se puede conseguir durante los largos días de estudio. Además ha de tener ojo clínico, la única manera de conseguirlo es ir cada mañana al hospital, abrir bien los ojos y la mente, aprender de quien pueda y más infrecuentemente quiera enseñarnos.

Por último el buen médico debe de tener trasfondo humano, aquel que no sienta amor por sus enfermos, aquel que no sienta rabia y trate de evitar el sufrimiento ajeno, que no emprenda este camino.

C.A- Hospital Universitario Virgen de Valme 2008-2014.

Quizás también la confianza que mi médico de cabecera supone para mis padres haya sido la que me empujase.

Si hubiese una imagen que indicase el comienzo de mi empeño por estudiar medicina fue sin duda cuando apenas tenía 12 años. Mi padre me dejó un pequeño libro de cuando él estudiaba en EGB, especialmente el libro de ciencias naturales. Ese libro me fascinaba. Intentaba mirar todos los dibujos que había, pues todas aquellas parrafadas que tenía no podía entenderlas. Durante esa época me gustaba bastante pintar y dibujé así dos ilustraciones del libro: un aparato digestivo completo de un mamífero y la anatomía locomotora de un cuerpo humano.
Desde esa edad hasta un par de años antes de selectividad tampoco me preocupé de nada sobre mi futuro. Quizás, la idea que tenía de la medicina, cuando la vi como una verdadera opción, fue la figura del médico en la sociedad. Es una figura respetada y a la que se le da responsabilidades considerables en la vida de una persona. Aparte de ello, era alguien en el que se podía confiar y contar incluso los temores más íntimos. Quizás también la confianza que mi médico de cabecera supone para mis padres haya sido la que me empujase y afianzase esa idea.
Mis notas  en selectividad para entrar en medicina no quedaron a la altura en mi año y tuve que presentarme hasta tres veces en total para llegar a completar mi meta. El año entero que le dediqué a la selectividad fue un reto para mí, y creo que la idea que me mantenía firme era la que no encontraba nada más que me gustase o me produjera más curiosidad. Al final, logré entrar y comenzó una de las etapas más bonitas que he vivido. Sin duda, el mundo universitario es estupendo, me da lástima terminar de ser estudiante, aunque mis ganas por ejercer la medicina sean muy fuertes.
Sin extenderme más, mis motivos para estudiar medicina no difieren mucho de los que tenía de pequeño. Me gusta la figura que despierta un médico en un paciente, la resolución que supone ante los temores de una persona o la capacidad de poder levantar el ánimo a una persona angustiada por tener que soportar una afección crónica para toda su vida. Pienso que la profesión médica no es fácil y que será un reto importante para mí, quizás también otras de las razones por las que me gusta tanto esta carrera.
Joaquín Yanes Díaz. Facultad de Medicina de Sevilla. Hospital Universitario de Valme. Alumno de 6º del curso 2013-2014.

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