Las razones por la cual una persona decide
comenzar con una nueva etapa pueden ser muy variadas, desde la curiosidad o
atracción, hasta ciertas vivencias que le motiven. En mi caso la medicina
siempre me atrajo, pero no puedo explicar cuál fue la causa por el cual un día
supe cual tenía que ser mi camino. La motivación para comenzar mi nuevo
proyecto lo tenía, y las ganas de luchar hasta el final también. Pero también
era realista, y sabía que en esta nueva situación la ilusión inicial se podría
ir diluyendo conforme fuese conociendo en profundidad la medicina. Por eso,
siempre tuve un leve temor de que la idea mental que yo tenía elaborada sobre
la medicina no se correspondiese con la realidad.
Conforme fueron pasando los años, mi vocación se ha ido asentando hasta el punto de no tener ningún tipo de fisura al respecto. Ahora que estoy terminando mi carrera, y que se acerca una nueva etapa profesional, la duda que surge es el saber si la vocación es un valor que no se desgasta, o por el contrario se puede ir diluyendo con el tiempo. Tenemos que partir del punto de que durante la etapa de estudiante la mayoría no tenemos grandes responsabilidades, y por lo único que tenemos que preocuparnos es por estudiar. Pero conforme pasen los años tendremos que ir incorporando nuevas responsabilidades como la de una nueva familia, o la de atender a nuestros padres, que unidos a los que nos surjan a nivel laboral, como la presión asistencial o la relación con los compañeros de trabajo nos podrán ir dinamitando la ilusión y la vocación con la cual empezamos. Por eso considero que sería importante aprender a manejar las situaciones que nos evite llegar a los conflictos, ya sea tanto a nivel personal como profesional. ¿Acaso creemos que por muy buenos profesionales que seamos, si tuviésemos que trabajar en barrio conflictivo con una gran presión asistencial estaríamos capacitados para manejar una situación hostil?, ¿Y todos los días un par de ellas? No cabe la menor duda que una situación adversa durante un tiempo determinado terminaría por ir desgastando nuestra ilusión.
Por otro lado, durante nuestras prácticas hemos conocido todo tipo de doctores, desde el maleducado y distante, hasta el simpático amable e incluso el que llega a ser exquisito con sus pacientes. Estos últimos son los modelos a imitar y a seguir, pero sin olvidar que el trato con el paciente es una faceta más como profesional que tendremos que desarrollar, ya que no siempre tendremos ganas de poner una sonrisa a nuestro paciente. Por todo ello y aplicando el símil de las parejas de novios, creo que la vocación es como el amor, una vez conseguida hay que mantenerla viva día a día.
Ane Ugarte Barturen
Estudiante 6º Medicina HUV Valme
Conforme fueron pasando los años, mi vocación se ha ido asentando hasta el punto de no tener ningún tipo de fisura al respecto. Ahora que estoy terminando mi carrera, y que se acerca una nueva etapa profesional, la duda que surge es el saber si la vocación es un valor que no se desgasta, o por el contrario se puede ir diluyendo con el tiempo. Tenemos que partir del punto de que durante la etapa de estudiante la mayoría no tenemos grandes responsabilidades, y por lo único que tenemos que preocuparnos es por estudiar. Pero conforme pasen los años tendremos que ir incorporando nuevas responsabilidades como la de una nueva familia, o la de atender a nuestros padres, que unidos a los que nos surjan a nivel laboral, como la presión asistencial o la relación con los compañeros de trabajo nos podrán ir dinamitando la ilusión y la vocación con la cual empezamos. Por eso considero que sería importante aprender a manejar las situaciones que nos evite llegar a los conflictos, ya sea tanto a nivel personal como profesional. ¿Acaso creemos que por muy buenos profesionales que seamos, si tuviésemos que trabajar en barrio conflictivo con una gran presión asistencial estaríamos capacitados para manejar una situación hostil?, ¿Y todos los días un par de ellas? No cabe la menor duda que una situación adversa durante un tiempo determinado terminaría por ir desgastando nuestra ilusión.
Por otro lado, durante nuestras prácticas hemos conocido todo tipo de doctores, desde el maleducado y distante, hasta el simpático amable e incluso el que llega a ser exquisito con sus pacientes. Estos últimos son los modelos a imitar y a seguir, pero sin olvidar que el trato con el paciente es una faceta más como profesional que tendremos que desarrollar, ya que no siempre tendremos ganas de poner una sonrisa a nuestro paciente. Por todo ello y aplicando el símil de las parejas de novios, creo que la vocación es como el amor, una vez conseguida hay que mantenerla viva día a día.
Ane Ugarte Barturen
que bonito
ResponderEliminaryo tambien quiero ser medico y de verdad espero conseguirlo creo que la vocacion es algo con lo que se nace no podemos pedirle a todo el mundo desarrollarla pues no todos la tienen muchas veces nisiquiera los medicos...... Yo diria que la vocacion es simple AMOR A LA VIDA Y AL HOMBRE.
ResponderEliminarQue bueno el contenido y el mensaje anterior
ResponderEliminarMaravillosas palabras, mil gracias, me han servido de ayuda!
ResponderEliminarQué buen texto, me sirvió bastante gracias
ResponderEliminarBuen texto
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