Cuando era pequeña nunca me imaginé siendo médico. Yo no era ese tipo de niña que cuando sus padres le preguntan que qué quiere ser de mayor, contesta diciendo “médico”. Más bien me imaginaba siendo cantante, actriz, Power Ranger Rosa o sobre todo propietaria de un puesto de verduras o pescado fresco en el mercado de abastos. Sí, me encantaba acompañar a mi madre a comprar a la plaza y al volver a casa jugaba con mis plastilinas y mi caja registradora a vender verduras y pescado. Creo que nuestro profesor promulgador de un estilo de vida saludable y por supuesto antitabaco estaría muy orgulloso de mí.
La verdad es que de niña los médicos no me gustaban ni un pelo. Las pocas veces que se cruzaron en mi vida o yo en la de ellos, no me resultaron agradables porque me daban miedo. Después empecé a ir al cole, al instituto de ESO y como lo de ser Power Ranger había dejado de convencerme, necesitaba otra opción. Pronto nos matriculábamos en bachillerato y había que elegir letras o ciencias. Por una época pensé elegir letras, pero los profesores me aconsejaron que por lo que pudiera pasar hiciera ciencias y así posteriormente podría tener un amplio abanico de posibilidades académicas, no sólo de letras.
Afortunadísimamente les hice caso y elegí el bachillerato de Ciencias de la Salud. Poco a poco me di cuenta de que en clase de Historia me dormía, en la de Lengua algo menos pero tampoco me estimulaba la sintaxis, por el contrario sí la literatura. Pero pensaba y aún pienso que la literatura es un arte libre, cualquiera puede leer los libros que quiera y cuando quiera. Total, que me percaté de que las letras no eran lo mío, algo que también podréis percibir vosotros.
Como me daba cuenta de que pronto había que tomar una decisión, empecé a pensar, miré un listado de carreras y la única que me interesaba era Medicina. Ni Enfermería, ni Odontología, ni Fisioterapia, ni Biotecnología. Medicina. Y yo misma me preguntaba por qué, ¿por qué Medicina? A la única conclusión que llegué fue que me parecía increíblemente interesante el hecho de estudiarnos a nosotros mismos, todo lo que nos podía afectar y la forma de repararlo. Pero me daba miedo de no estar a la altura, de no tener valor suficiente para dedicarme a eso. Había gente a mi alrededor que decía “¡10 años de carrera!, ¡yo paso!”; honestamente a mí los 10 años era lo que menos me importaba, siempre me ha gustado ponerme las cosas difíciles, mi máxima preocupación era no ser capaz. Hablé con familiares y amigos y todos me dijeron que no tenía por qué salirme mal.También me enfadaba el hecho de tener que decidir mi futuro siendo tan joven e inexperta, ¿qué pasaba si después no me gustaba realmente, o si era demasiado dura para mí?
Al final lo hice, trabajé duro para asegurarme mi plaza en la US y aquí estoy ahora, a 4 meses de terminar. Desde mi perspectiva actual, no puedo estar más contenta de la decisión que tomé, pienso que no pudo ser más acertada. Al principio no supe por qué me decidí tan aferradamente a estudiar Medicina rechazando el resto de carreras, pero después de estos seis años de experiencia, me pregunto si mi negativa a aceptar las muertes prematuras, las pérdidas, el sufrimiento por una enfermedad, la incapacidad, desde que era muy pequeña, me llevaron involuntariamente a ello. Lo bueno es que estas inquietudes y preocupaciones personales pueden sobrellevarse trabajando en esto y sintiendo que haces algo útil en ese campo.
Podría haber sido periodista, banquera, limpiadora, abogada, maestra o ni-ni, pero nada de eso me habría llenado, habrían sido trabajos puramente mecánicos, trabajar por trabajar (excepto ni-ni), sin ningún aliciente para mí. Sin embargo, siendo médico se puede trabajar entre personas dispuestas a investigar y a progresar siempre en el camino de enfrentarse a la enfermedad, fijando la salud en cada persona tanto como sea posible. ¿Por qué yo tenía miedo a los médicos cuando era pequeña? ¿Y los adultos por qué tienen miedo a veces a los médicos? Como alguien dijo, los médicos son los aliados frente a la enfermedad, los que pueden ayudar dentro de las posibilidades que existen en el momento. Las patologías, el sufrimiento y la muerte siguen y seguirán existiendo. El trabajo de un médico se basa en solventar o retrasar esos problemas, por lo tanto es muy útil, nadie debería tenernos miedo, somos los que podemos darles la esperanza. Así que si esto no tiene aliciente, ¿qué trabajo lo tiene?
Para concluir diré que no tengo una respuesta exacta y firme de por qué me matriculé en Medicina. Yo no tengo ningún familiar médico, ni nadie que me inculcara esa decisión. Tuve que reflexionar mucho y pensar en mis objetivos, ideales y valores en la vida. La única respuesta que puedo ofrecer es todo lo que habéis leído, estoy muy contenta de estar haciendo lo que hago, y mi objetivo es trabajar codo con codo, con todos los que pensáis como yo. Enhorabuena a todos los que gustosamente formáis parte de la Medicina (Los que no cumplan este requisito fundamental aún están a tiempo de dedicarse a otra cosa).
Ana Victoria Ojeda Claro. Hospital Universitario Nuestra Señora de Valme. Sevilla
La verdad es que de niña los médicos no me gustaban ni un pelo. Las pocas veces que se cruzaron en mi vida o yo en la de ellos, no me resultaron agradables porque me daban miedo. Después empecé a ir al cole, al instituto de ESO y como lo de ser Power Ranger había dejado de convencerme, necesitaba otra opción. Pronto nos matriculábamos en bachillerato y había que elegir letras o ciencias. Por una época pensé elegir letras, pero los profesores me aconsejaron que por lo que pudiera pasar hiciera ciencias y así posteriormente podría tener un amplio abanico de posibilidades académicas, no sólo de letras.
Afortunadísimamente les hice caso y elegí el bachillerato de Ciencias de la Salud. Poco a poco me di cuenta de que en clase de Historia me dormía, en la de Lengua algo menos pero tampoco me estimulaba la sintaxis, por el contrario sí la literatura. Pero pensaba y aún pienso que la literatura es un arte libre, cualquiera puede leer los libros que quiera y cuando quiera. Total, que me percaté de que las letras no eran lo mío, algo que también podréis percibir vosotros.
Como me daba cuenta de que pronto había que tomar una decisión, empecé a pensar, miré un listado de carreras y la única que me interesaba era Medicina. Ni Enfermería, ni Odontología, ni Fisioterapia, ni Biotecnología. Medicina. Y yo misma me preguntaba por qué, ¿por qué Medicina? A la única conclusión que llegué fue que me parecía increíblemente interesante el hecho de estudiarnos a nosotros mismos, todo lo que nos podía afectar y la forma de repararlo. Pero me daba miedo de no estar a la altura, de no tener valor suficiente para dedicarme a eso. Había gente a mi alrededor que decía “¡10 años de carrera!, ¡yo paso!”; honestamente a mí los 10 años era lo que menos me importaba, siempre me ha gustado ponerme las cosas difíciles, mi máxima preocupación era no ser capaz. Hablé con familiares y amigos y todos me dijeron que no tenía por qué salirme mal.También me enfadaba el hecho de tener que decidir mi futuro siendo tan joven e inexperta, ¿qué pasaba si después no me gustaba realmente, o si era demasiado dura para mí?
Al final lo hice, trabajé duro para asegurarme mi plaza en la US y aquí estoy ahora, a 4 meses de terminar. Desde mi perspectiva actual, no puedo estar más contenta de la decisión que tomé, pienso que no pudo ser más acertada. Al principio no supe por qué me decidí tan aferradamente a estudiar Medicina rechazando el resto de carreras, pero después de estos seis años de experiencia, me pregunto si mi negativa a aceptar las muertes prematuras, las pérdidas, el sufrimiento por una enfermedad, la incapacidad, desde que era muy pequeña, me llevaron involuntariamente a ello. Lo bueno es que estas inquietudes y preocupaciones personales pueden sobrellevarse trabajando en esto y sintiendo que haces algo útil en ese campo.
Podría haber sido periodista, banquera, limpiadora, abogada, maestra o ni-ni, pero nada de eso me habría llenado, habrían sido trabajos puramente mecánicos, trabajar por trabajar (excepto ni-ni), sin ningún aliciente para mí. Sin embargo, siendo médico se puede trabajar entre personas dispuestas a investigar y a progresar siempre en el camino de enfrentarse a la enfermedad, fijando la salud en cada persona tanto como sea posible. ¿Por qué yo tenía miedo a los médicos cuando era pequeña? ¿Y los adultos por qué tienen miedo a veces a los médicos? Como alguien dijo, los médicos son los aliados frente a la enfermedad, los que pueden ayudar dentro de las posibilidades que existen en el momento. Las patologías, el sufrimiento y la muerte siguen y seguirán existiendo. El trabajo de un médico se basa en solventar o retrasar esos problemas, por lo tanto es muy útil, nadie debería tenernos miedo, somos los que podemos darles la esperanza. Así que si esto no tiene aliciente, ¿qué trabajo lo tiene?
Para concluir diré que no tengo una respuesta exacta y firme de por qué me matriculé en Medicina. Yo no tengo ningún familiar médico, ni nadie que me inculcara esa decisión. Tuve que reflexionar mucho y pensar en mis objetivos, ideales y valores en la vida. La única respuesta que puedo ofrecer es todo lo que habéis leído, estoy muy contenta de estar haciendo lo que hago, y mi objetivo es trabajar codo con codo, con todos los que pensáis como yo. Enhorabuena a todos los que gustosamente formáis parte de la Medicina (Los que no cumplan este requisito fundamental aún están a tiempo de dedicarse a otra cosa).
Ana Victoria Ojeda Claro. Hospital Universitario Nuestra Señora de Valme. Sevilla
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