Hay gente que decide mal, sino mal, al margen de la ética, la lógica o la moral. Hay gente que elige bien, otros muy bien. Algunos adquieren virtudes socialmente útiles que los llevan a ser personas productivas. Otros muchos aparte de productivos, son "personas que merecen la pena" con todo lo que engloba ese magno concepto.
Y sin embargo... hay otros muchos que no pueden elegir. Son esos los que hay que proteger. Son aquellos individuos contemporáneos a nosotros cuya capacidad de dirigir su propia vida, ha sido injustamente amputada. Son muchos hombres, son muchas mujeres y son muchos aún más niños que sienten y padecen.
Son personas que limitan su vida a vivir el día a día, son personas que parece que no tienen derecho a decidir qué van a hacer mañana, o dentro de un mes.
Son personas que están desvalidas y faltas de un hálito que sólo con buena voluntad y más aún, buena práctica, se les puede proporcionar.
Sinceramente, no hay nada más bonito que dedicar esas gotas de inteligencia que con sacrificio se cultivan, para saber abrir los brazos y albergar en ellos, a todos aquellos que más lo necesitan. Podía haberla dedicado otra cosa, (Oppenheimer la dedicó a su elaborada bomba atómica), pero no. Tuve una lucidez (que yo tampoco elegí) que a modo de vocación se topó conmigo en el camino.
Cada día veo a mi alrededor que hay gente que está haciendo lo que hace porque conoce a alguien que lo hace, otros porque se creen alguien, pero pocos, muy pocos llegarán a ser alguien.
Ser alguien para mí es evitar una muerte a tiempo, devolver la ilusión perdida, regalar una inmensa caja de esperanza o pintar una sonrisa hasta en la más triste de las caras.
Hoy me siento más próximo a ser médico que nunca y de ello, estoy más que orgulloso.
Víctor Amezcua Hernández, 6º Valme.
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