A
los 7 años de edad decidí que quería ser médico. Puede parecer absurdo, porque
a esa edad es imposible saber qué es lo
que vas a querer hacer en la vida, pero en mi caso, si he de contestar
sinceramente así fue. En realidad, de niña para mí era simplemente un juego,
supongo. El caso es que me fascinaba establecer diagnósticos a mis muñecas,
operarlas, diseccionarlas y volverlas a componer. Luego venía la fase de
cuidados, que también me parecía fascinante. Montaba un hospital en mi propia
casa y cada muñeca tenía incluso su propio historial. Por otra parte, también
me atraía especialmente el tema de la
muerte. A veces montaba una especie de agencia de trabajo
temporal en la que no faltaban puestos de maquillador de muertos y forenses.
Sin
embargo, a pesar de que en mi familia todos pensaban que esa obsesión por la
medicina desaparecería, (ellos pensaban que idealizaba), con los años se
convirtió en algo mucho más fuerte y en una idea sólida con otros motivos
distintos de los que me movían en la
niñez. Ya en el colegio, en las asignaturas de ciencias,
los temas de anatomía humana, fisiología, me entusiasmaban y siempre me “sabía
a poco”. La cosa seguía repitiéndose en el instituto y comprendí al menos que
lo mío no eran las letras. Por supuesto no podía “dormirme en los laureles” si
quería entrar en la Facultad, ya que la nota de corte era alta; me propuse
alcanzar la nota y lo conseguí, afortunadamente.
Una vez dentro de la
carrera y a poco de terminar verifico que Medicina es una carrera preciosa.
Pienso que es la aplicación más útil, humanitaria y comprometida que tiene la Ciencia. También
he comprendido que mi vocación es la tarea asistencial. Siempre he
admirado la labor del buen médico: me parece una profesión entregada,
bondadosa, inteligente y cuya finalidad es el bienestar de la
gente. La Salud es un bien preciado que la gente busca
preservar y recuperar, y parte de esa ayuda la encuentra en el médico. Me
fascina la idea de que muy pronto podré salvar vidas, traerlas al mundo, curar
a gente enferma, aliviar los síntomas, acompañar en el dolor, en definitiva
ayudar a la gente.
Yo no animaría a nadie a estudiar
medicina si no está movido/a por ese resorte invisible que es la
vocación. Ni tampoco por tradición familiar como veo en
muchos casos. El amor por cualquier disciplina es lo que hace que ésta
evolucione y dé como resultado una mejora sustancial del sistema en cualquiera
de sus vertientes: económica, social, política… que dará como resultado el buen
equilibrio de la sociedad en la que nos ha tocado vivir.
creo que me has dado una buena motivación para querer ser medico, muy buena conclusion, me encanto, la hayo muy profunda ;)
ResponderEliminarUNA CONCLUSIÓN MUY BUENA :D ... aunque yo no escogí medicina :( !
ResponderEliminarYO ESTOY POR TERMINAR LA SECUNDARIA Y QUIERO ESTUDIAR MEDICINA Y CUANDO VEO ESTO ME DOY CUENTO QUE LA MEDICINA ES UNA DE RAZONES POR LA CUAL QUIERO VIVIR
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