Desde que recuerdo, las ciencias de la salud han ocupado toda mi atención. Fuese primero encaminado a animales (Sí, lo confieso, hubo un tiempo en el que pensé en ser veterinario); o finalmente a las personas, es cierto y verdad que siempre he sentido una cierta inquietud por la medicina.
Como alumno de primer curso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, la verdad es que poco puedo decir sobre la carrera ya que apenas si he empezado a arañarla.
Llegar hasta medicina supone un gran esfuerzo durante los años de bachillerato, pero puedo decir que ha merecido la pena. Es cierto que quizás ahora los conocimientos son algo más teóricos y no son exactamente lo que conocemos como medicina. Sin embargo, aunque teóricos, puedo deciros desde estas líneas que no por ello son menos interesantes.
Una persona puede tener mil y un motivos diferentes para estudiar medicina: ayudar a los demás (es obvio, es una carrera puramente vocacional y volcada en el servicio a los demás); pero también muchos otros como puede ser el puro interés biológico en la máquina perfecta que es el ser humano, o, aunque esté feo decirlo, lo prestigioso de estudiar una carrera de tales dimensiones. En el poco tiempo que llevo en la carrera puedo decir ya desde la experiencia en los centros de salud en los que hemos hecho algunas prácticas, que creo sin duda que es la carrera que estaba buscando; que aunque científica, tiene su gran parte humanística en el trato con las personas.
No se sabe lo que es que las personas se confíen a sí mismas a un médico hasta que lo ves con tus propios ojos. Como las señoras y señores mayores que llegan con innumerables achaques confían en ti (Aunque sólo seas un alumno de primero y no tengas ni idea de casi nada; tan sólo por el hecho de llevar una bata blanca); sólo entonces uno ve la auténtica dimensión de lo que es ser médico.
Así, puedo decir que con esta carrera podrás saciar tu interés meramente académico; pero que, mucho más importante, tratarás a diario con personas que te estarán verdaderamente agradecidas por lo que haces por ellos. Y eso, más allá de cualquier sueldo, es lo que verdaderamente es la medicina: un darse a lo demás, siendo conscientes de que cada paciente podría ser nuestro padre, nuestro abuela; y que por ello, debemos tratarlos lo mejor que seamos capaces y, además de sanar el cuerpo, no dejar de lado el ámbito de la persona.
Como alumno de primer curso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, la verdad es que poco puedo decir sobre la carrera ya que apenas si he empezado a arañarla.
Llegar hasta medicina supone un gran esfuerzo durante los años de bachillerato, pero puedo decir que ha merecido la pena. Es cierto que quizás ahora los conocimientos son algo más teóricos y no son exactamente lo que conocemos como medicina. Sin embargo, aunque teóricos, puedo deciros desde estas líneas que no por ello son menos interesantes.
Una persona puede tener mil y un motivos diferentes para estudiar medicina: ayudar a los demás (es obvio, es una carrera puramente vocacional y volcada en el servicio a los demás); pero también muchos otros como puede ser el puro interés biológico en la máquina perfecta que es el ser humano, o, aunque esté feo decirlo, lo prestigioso de estudiar una carrera de tales dimensiones. En el poco tiempo que llevo en la carrera puedo decir ya desde la experiencia en los centros de salud en los que hemos hecho algunas prácticas, que creo sin duda que es la carrera que estaba buscando; que aunque científica, tiene su gran parte humanística en el trato con las personas.
No se sabe lo que es que las personas se confíen a sí mismas a un médico hasta que lo ves con tus propios ojos. Como las señoras y señores mayores que llegan con innumerables achaques confían en ti (Aunque sólo seas un alumno de primero y no tengas ni idea de casi nada; tan sólo por el hecho de llevar una bata blanca); sólo entonces uno ve la auténtica dimensión de lo que es ser médico.
Así, puedo decir que con esta carrera podrás saciar tu interés meramente académico; pero que, mucho más importante, tratarás a diario con personas que te estarán verdaderamente agradecidas por lo que haces por ellos. Y eso, más allá de cualquier sueldo, es lo que verdaderamente es la medicina: un darse a lo demás, siendo conscientes de que cada paciente podría ser nuestro padre, nuestro abuela; y que por ello, debemos tratarlos lo mejor que seamos capaces y, además de sanar el cuerpo, no dejar de lado el ámbito de la persona.