Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

Escribir estas líneas me ha ayudado a recordar de nuevo porque estoy aquí, porque decidí elegir este camino y esta forma de vida.

Todo se remonta a mi infancia. Recuerdo que por diversos motivos de salud era muy asiduo a las consultas médicas. Quizás por eso me interesaba más por esta profesión que por cualquier otra cosa, ya que cada vez que iba al médico mi salud mejoraba, pero no mejoraba la de todo el mundo. Por lo que me surgió la gran pregunta ¿por qué unos se curan y otros no? ¿Por qué a unos les basta con dos visitas al médico y otros han de estar continuamente y no mejoran? Ese fue el motivo por el que comenzó a gustarme esta profesión, para ayudar a aquellas personas a las que mejorar su salud fuese realmente complicado. Recuerdo momentos en los que iba paseando de la mano de mi madre, con unos 4 añitos y unos 120 cm de altura y la gente con la que se paraba a hablar me preguntaban, “y tú ¿Qué quieres ser de mayor?” “Médico” les respondía, “Médico de esos que consiguen que la gente no se muera nunca”. Evidentemente sus caras reflejaban una sonrisa, a sabiendas de que la muerte era algo inevitable, pero para un niño de cinco años como yo no había nada imposible.

Fui creciendo y conforme pasaban los años me sentía más atraído por las asignaturas relacionas con el cuerpo humano. Me parecía fascinante el hecho de conocer parte de la anatomía y fisiología humana. Me atraían muchísimo más que las matemáticas, la historia o cualquier otra asignatura. Tras una adolescencia con ídolos futbolísticos, estrellas de la música y grandes comentaristas deportivos,  de golpe me planto en los 16 años, con la ESO terminada y con una idea clara en la cabeza. Quiero ser médico.

Tras pasar los años de Bachiller y selectividad me encuentro con una nota que no me permitía estudiar la carrera en mi Región de Murcia natal. Podía estudiar cualquier otra cosa en Murcia, pero no podía hacer la carrera que yo quería, lo cual era algo frustrante, ya que tenía un objetivo bien definido desde pequeño que no podía conseguir.  Fue entonces cuando me planteé la posibilidad de irme a otro lugar. El deseo de estudiar esta carrera era muy fuerte y eso hizo que un chico que nunca había salido de su pueblo se plantara en una ciudad como Sevilla para estudiar medicina, dejando familia y amigos a más de 500 Km de distancia. “No lo hagas”, me decían algunos “quédate en Murcia y estudia cualquier otra cosa” “Es una carrera complicada para estar tan lejos de casa”. Las ganas que tenía podían con todas esas frases y con otras más. Así empezó todo.

Sin embargo, conseguir estudiar lo que quería era solo el principio. La carrera no ha sido un camino fácil y bonito, pero las ganas y la ilusión que tenía contrarrestaban todo eso. Seis años dan para muchas cosas. En seis años vas a esforzarte mucho pero las cosas te pueden ir mejor o peor, puedes ver como no consigues recompensas a muchos de tus esfuerzos, años en los que desearías estar más cerca de tu familia, temporadas en las que tu motivación está por las nubes y otras en las que te cuesta encontrarla, momentos muy buenos y otros en los que te sientes estancado porque no ves el final... Pero todas esas experiencias se resumen en una palabra: CRECER. Crecer como persona y como futuro profesional médico.  Eso es lo que me ha aportado esta carrera. Saber que no todas tus actuaciones van a tener recompensa, saber que siempre vas a tener que luchar, saber que van a haber momentos difíciles cuando nos enfrentemos a los pacientes, que no siempre vamos a poder solucionar su problema, pero que SIEMPRE vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para ayudarle.

Decía John Lennon que “la vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otras cosas”. Quizás sea la frase que mejor resuma estos seis años. Entre exámenes, escaso tiempo libre, agobios, asignaturas con mayor o menor utilidad, prácticas en las que aprendes mucho y otras en las que te hacen sentir como un cero a la izquierda, me he dado cuenta que tras estos años he crecido como persona y como médico, que puedo mirar a los ojos y saber si algo le preocupa al paciente, que no todas las personas se curan con un tratamiento farmacológico, que en medicina 2+2 no siempre son 4. En definitiva, que la medicina no es solo conocimiento, sino que más bien es saber adaptar esos conocimientos a la individualidad de cada paciente, con el único objetivo de ayudarle.

Escribir estas líneas me ha ayudado a recordar de nuevo porque estoy aquí, porque decidí elegir este camino y esta forma de vida. Ahora que ya está cerca el final solo me queda buenos recuerdos y momentos que nunca olvidaré. La experiencia ha merecido la pena. Estoy a unos meses de conseguir mi objetivo, de cerrar una etapa que a su vez es el inicio de otra diferente. Después de 20 años tengo todavía en mi cabeza a ese niño de preescolar que decía “quiero ser médico de los que ayudan a la gente”. Ese niño  (algo crecido) está a un solo paso de lograrlo.

Emilio Sánchez Fernández. Alumno de sexto de Valme 2013-2014

Me siento muy afortunado de haber escogido dicha carrera y poder poner mis conocimientos al servicio de las personas

Realmente no tengo ningún motivo en especial por el cual empecé a estudiar Medicina. Recuerdo que desde que tengo uso de razón,  me despertó el interés por la medicina y eso que no tenía nadie en mi círculo que tuviera que ver con el mundo de la sanidad. Supongo que seria el gusto por ayudar a los demás, lo que consiguió que naciera el deseo en mí. Después de casi 6 años y estar en la recta final de mis estudios, puedo decir que me siento muy afortunado de haber escogido dicha carrera y poder poner mis conocimientos al servicio de las personas. Han sido 6 años muy duros, con un sacrificio inigualable seguramente al resto de carreras que pudiera haber cursado, pero que seguro tendrán su recompensa. Después de 3 años en los que solo te empapas de conocimientos generales de la profesión y se hace más tedioso, cuando empiezas  4º y contactas con el día a día de un hospital y sus pacientes, te das cuenta si vales o no para esto.

En mi opinión, el buen medico es aquel que independientemente de solucionar el problema de las personas con sus conocimientos, debe tratar al paciente como un semejante a el, comprenderlo, escucharlo y tener empatía con él y sus circunstancias. Cansa ver a profesionales de la sanidad, tener un trato descortés y altivo con los pacientes y usuarios de la sanidad. Por suerte, estos casos son puntuales, pero es algo que tengo claro que habría que erradicar. A las puertas de terminar, se nos abre por delante el camino mas bonito de esta profesión, previa realización del examen mas importante de mi vida (MIR), en el que disfrutaremos con el día a día en el hospital y la experiencia que se va ganando paciente a paciente, acompañado de malos momentos que seguro habrá. Ser medico es serlo 24 horas al día 365 días al año y quiero y me siento preparado para serlo. Me gustaría recalcar que detrás de un número de habitación o “el del infarto “, hay una persona que pone todas sus esperanzas en que podamos ayudarle a superar su enfermedad.
Alumno 6º Medicina Hospital de Valme (2008-2014)

La medicina te conmueve, porque no se trata de números, ni de términos, ni siquiera del binomio salud-enfermedad; su trasfondo y su razón de ser son el ser humano.

Para ser honestos, no recuerdo una razón en concreto que me empujara a estudiar medicina.  En cambio, algo que sí recuerdo es que me atrajo desde siempre. Antes de empezar la carrera, mi amor por la medicina era un amor platónico, idealizado. Sólo podía imaginar qué sería la medicina, sin ser del todo consciente de lo que en realidad es. Entonces comenzó mi aventura, y la descubrí como algo fascinante y extenuante al mismo tiempo, capaz de hacerme sentir eufórica, frustrada, viva, derrotada, pero sobre todo, afortunada. Cuántas veces, a lo largo de estos años de entrega, he pensado en cómo de perfecta puede llegar a ser la maquinaria del ser humano, y con qué facilidad puede venirse abajo, con qué facilidad la enfermedad puede convertirnos en seres frágiles. Sólo estudiando medicina podría haber adquirido esta nueva perspectiva.

La medicina, tiene en realidad mil caras.  La describiría más como la más científica de las humanidades, que como la más humanística de las ciencias. La medicina te conmueve, porque no se trata de números, ni de términos, ni siquiera del binomio salud-enfermedad; su trasfondo y su razón de ser son el ser humano. En mi caso, si alguna vez tuve dudas acerca de si medicina sería la carrera adecuada para mí, todas ellas se han desvanecido, porque no creo que haya otra carrera que me infunda la misma pasión;  ni la sensación de saber que sé, pero aún no lo suficiente, nunca lo suficiente, que es el leitmotiv de esta obra en que se ha convertido nuestra vida gracias a la irrupción de la medicina en ella. En una de mis películas favoritas, la protagonista recibe el siguiente elogio: “Eres un sueño hecho realidad, llena de vida, de ardor, de encanto”. Pues bien, esto mismo es justamente lo que la medicina significa para mí. 

Alumna de 6º curso de la Facultad de Medicina de Sevilla. Hospital Universitario de Valme. 

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