Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

La Medicina es la más humana de las ciencias, es vida.

No sé cuándo decidí estudiar Medicina. Creo que es una idea que estuvo siempre conmigo, e incluso me atrevería a decir que es algo o genético o contagioso: todos en mi familia son médicos. Recuerdo que no quería trabajar en un despacho, no quería pasarme los días delante de un ordenador, ni viajando de un lado a otro sin tener domicilio fijo. Tampoco soy muy buena ni en la cocina, ni en la pintura, ni en la costura. Los dentistas me dan miedo y tampoco quería ser una de ellos. Y pienso que, un día, me di cuenta de que tampoco me gustaban las máquinas de metal y aceite, que yo quería ser un ingeniero de personas y ayudar a reparar las máquinas más perfectas que existen: máquinas de carne y sangre. Quería ser médico.

Había escuchado en mi casa hablar tanto de fármacos, altas médicas, estudios preoperatorios, suturas, catéteres y vías centrales, que decidí descubrir por mí misma todos los secretos que se escondían detrás de tantas palabras que escapaban a mi comprensión. Fue un afán de conocimiento lo que me impulsó, y que mi trabajo sirviera para ayudar a otros, porque siempre he sentido mucha compasión por las personas enfermas. Su vulnerabilidad y la necesidad de que alguien las cure y cuide fue el otro gran pilar de mi motivación para convertirme en médico.

Tenía 18 años, una nota media para entrar en la Facultad de Medicina y muchas ganas de aprender. No sabía entonces la cantidad de apuntes que iba a almacenar en mi cabeza a lo largo de 6 años ni lo que iba a aprender, todos los bolígrafos y subrayadores que iba a gastar, la cantidad de prácticas y de experiencias directas con pacientes que iba a vivir, ni las veces que me iba a conmover conociendo sus historias; la cantidad de médicos que iba a encontrar, ni la cantidad de veces que esos médicos me iban a estimular y contagiar ganas de seguir adelante, pero tampoco la cantidad de veces que me iban a dar una patada en el culo y me iban a hacer sentir inútil. La motivación de un estudiante de medicina y las razones para querer ser un buen médico, no sólo dependen del propio estudiante, sino que deben ser incentivadas por los profesores, muchos de los cuales parece que han olvidado que, un día hace ya tiempo, ocuparon las mesas que hoy ocupamos nosotros. La indiferencia o el desprecio que algunos médicos muestran ante un estudiante que está deseando aprender es la peor decepción que he tenido durante la carrera. Me gusta contar las cosas con sinceridad, tanto lo positivo como lo negativo.

Como positivo, a pocos meses de acabar la Licenciatura, puedo decir que me alegro de haber elegido Medicina, porque creo que hice bien, conforme a mis ideas y a la forma de vida que quiero llevar. Me siento muy agradecida por haber tenido la oportunidad de hacer lo que yo he querido, por haber conocido a gente maravillosa en el camino que ahora son mis amigos y futuros compañeros de profesión, así como muchos médicos increíbles, volcados en su labor como docentes, con ganas de enseñar todo lo que ellos saben y a los que admiro. Son ese tipo de médicos los que hacen que seamos jóvenes casi-médicos ilusionados y con ganas de impresionar. Las cosas buenas pesan más que las malas, así que mi balance es positivo.

Siempre he pensado que la Medicina es la más humana de las ciencias, es vida, es una lucha incesante, un saber renovado constantemente, una continua evolución y a mí no me gustan las cosas estáticas. Me gusta la emoción, los desafíos, esforzarme todos los días y sentir satisfacción por un trabajo bien hecho y por haber ayudado a alguien. Me gusta trabajar por algo que sólo el conocimiento puede salvar y no el dinero: la salud. Me gusta creer que, en un mundo que vive una crisis tanto económica como de valores, donde prevalece la ley del más fuerte, un mundo de abusos contra la clase media, nosotros tenemos una profesión que no discrimina a nadie y donde todos son tratados con respeto y con cariño. Me gusta ser médico.

Alumna de 6º curso del Hospital Universitario de Valme. Universidad de Sevilla.

Printfriendly