Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

Un arte científico........o una ciencia artística.

A pocos meses de alcanzar el objetivo por el que llevo casi seis años trabajando duro me enfrento a una pregunta más difícil que cualquiera que haya contestado en todos los exámenes que he tenido que superar para llegar hasta aquí: ¿por qué decidiste estudiar Medicina?

Si algo he aprendido en este tiempo es que “ser médico” no es lo mismo que “estudiar Medicina”. Ser médico es mucho más, pero también mucho menos. La grandiosidad que rodea a “estudiar Medicina” a veces satura a esta carrera de superficialidad; y perdemos su esencia y su razón de ser.  El “ser médico” (así, sin mayúsculas) es algo mucho más natural y mucho más importante que cualquier titulación universitaria. Por eso creo que la pregunta estría mejor planteada de esta forma: ¿por qué quieres ser médico? Porque “ser médico” engloba mucho más y se ahorra la solemnidad y egolatría que acompaña a veces a la Medicina y que creo que en muchas ocasiones daña la relación médico-paciente.

Lo que a mí me impulsó a escoger esta carrera en lugar de Derecho (soy la nieta mayor en una familia de abogados) fue la Medicina como CIENCIA. Y la descubrí tarde, gracias a un fantástico profesor de Biología en el colegio, que me contagió las ganas de saber y aprender, el pensamiento y el razonamiento científico y la curiosidad por desentrañar el complejo y perfecto funcionamiento del cuerpo humano.

Diagnosticar un caso difícil, elegir el tratamiento perfecto o llevar a cabo una investigación científica (todo ello alimentado por unas cuantas series de médicos en la televisión) me dieron la motivación suficiente para decidirme por ella.  Y también el aplauso de mi familia al conocer mi decisión. “La abogacía solo te dará la satisfacción profesional y económica, pero la Medicina te dará además la satisfacción personal; y eso hace que siempre sea una buena elección”, recuerdo que me dijo mi abuelo cuando le conté que su nieta mayor no tomaría las riendas del bufete.

Pero durante el primer año me di cuenta de que la ciencia es a veces ingrata y siempre muy sacrificada… y fue el ARTE (que también forma parte de la Medicina) lo que me hizo no tirar la toalla durante estos agotadores seis años. Ya que, como dijo Agustín Fernández Mallo, "en toda ciencia hay una aliento estético y en todo arte hay técnica, y no es posible separarlos sin degradación de la obra final". Siempre tuve dentro el impulso de ayudar a quienes me rodeaban y necesitaban a alguien, desde muy pequeña. Así que podría decirse que inconscientemente fue el arte de la Medicina lo primero que me atrapó.

Pero ha habido una certeza que me ha acompañado estos años y me ha dado fuerzas en los momentos de desmotivación (que los hay, y mucho): solo tenemos una vida, y la enfermedad es una forma de perder el tiempo que se nos ha regalado. Ayudar a que las personas puedan volver a aprovechar su tiempo tras recuperar la salud; o que aprendan a crear una vitalidad suficiente como para disfrutar de la vida pese a su situación de enfermedad incurable es para mí el motivo principal. Lo que cada uno haga después con ese tiempo que les queda es ya una decisión personal; pero darles la opción de aprovecharlo al máximo aportándoles bienestar me parece la piedra angular de este “arte científico” o esta “ciencia artística” (ya no sé qué la define mejor).

No voy a decir que Medicina sea la carrera más bonita del mundo, pero desde luego yo no me imagino haciendo otra cosa. Eso no nos convierte en superhéroes ni en personas especiales ni nada por el estilo, nunca me gustó hablar de “casta médica” porque creo que no hace más que aumentar la distancia que hay entre la silla del médico y la del paciente. Me parece triste notar la gran diferencia que se experimenta cuando en lugar de sentarte en la silla del médico te sientas en la del paciente. Porque a algunos pacientes se les olvida que la función del médico es ayudarles, pero a muchos médicos también se les olvida el objetivo de su trabajo y la razón de ser de la ciencia que eligieron, muchos médicos olvidan que también ellos cumplen en varias ocasiones el rol de enfermo.

Al fin y al cabo, solo somos PERSONAS que aprenden a cuidar a otras PERSONAS.

Laura Castro Portillo. Hospital Universitario Nuestra Señora de Valme (Sevilla). 6º Medicina. Curso 2012/2013.

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