¿Por qué estudiar medicina?
En mi opinión plantearse esta pregunta a estas alturas de la carrera es
casi como utilizar un arma de doble filo:
Por un lado tenemos
el MIR acechándonos a la vuelta de la esquina dispuesta a poner a prueba
nuestras fuerzas y nuestras habilidades, mostrándonos el final del túnel, la
puerta a todo lo nuevo que nos espera y por lo que tantos años llevamos
esforzándonos.
Por otro lado, ahora tenemos el margen suficiente para poder
mirar hacia detrás y ver y valorar el camino que hemos recorrido. Recordamos
con cierta nostalgia ese primer día de facultad lleno de retos y de besos a
caras nuevas que hoy día se convierten en las de algunos de nuestros mejores
amigos; el morbo de las primeras prácticas de anatomía o de descubrir que se
esconde tras las puertas de un quirófano del SAS; también pensamos en todas las veces que hemos
dicho: “No, no puedo ir, tengo que estudiar”, en las miles de ocasiones que nos
hemos tenido que buscar la vida para entender una determinada lección o para
conseguir pasar una consulta junto al
médico que se nos ha asignado, así como en los profesores y profesionales que se han
convertido en un referente y en todos los que por su proceder te han motivado a no ser como ellos.
Tras ello nos preguntamos… ¿valió la pena?
En mi caso no soy de esas personas que han nacido diciendo
que quieren ser médicos, al contrario, de pequeña estaba constantemente del
centro de salud a casa, tenía fobia a las inyecciones y estaba absolutamente
harta de tomar preparados de vitamina C para no coger cualquier tipo de bicho
que hubiera en el ambiente, detestaba los hospitales e incluso tenía la
convicción de que nunca en la vida terminaría estudiando medicina ¡Ni loca!
En cambio, todo dio la vuelta en el instituto sobre todo en
bachillerato cuando descubrí lo interesante de la biología y de otras ciencias
como la química e incluso la física. Fue
aquí cuando decidí que mi camino se iba a orientar hacia las ciencias de la
salud aunque todavía no tenía muy claro cómo.
Al ser ya más mayor y tomar conciencia de los problemas de la gente que tenía alrededor, sobre todo
de mi familia, mis vecinos o amigos y verme un tanto impotente a la hora de ayudarlos a resolverlos, tomé la
determinación de que la medicina sería una de mis vías de realización personal.
Tras el paso por la
facultad y a pesar de lo mal que muchas veces nos pintan el sistema sanitario,
sigo alegrándome de haber tomado esa decisión sobre todo en esas ocasiones en
las que se te pone una sonrisa tonta en la cara cuando aciertas al
“diagnosticar” a alguien cercano, o
cuando te das cuenta de que casos clínicos enormes que antes se antojaban como
trabalenguas indescifrables son en la
preparación del MIR tu pan de cada día y das gracias por haber aprendido por lo menos a saber qué es
lo que significa cada término y a relacionar conceptos.
Asimismo me llena de ilusión el pensar que algún día podría
participar en lo difícil de traer una vida al mundo, o a ayudar a alguien que
llegue en una camilla de urgencias a que se vaya a casa por su propio pie, e
incluso pensar en poder ser capaz de dar apoyo en momentos tan difíciles como
un duelo o un diagnóstico de algo tan frecuente como un cáncer.
Por todo ello y por muchas cosas más que seguro me estoy
dejando en el tintero, espero siempre tener presente lo que me ha llevado hasta
aquí y conseguir ejercer mi profesión de la mejor manera posible, valorando y
ayudando a los demás, siendo siempre honesta conmigo misma y procurando que las
adversidades de la vida no consigan aplacar mis ganas. Mª De Gracia Gómez Prieto 6º Valme