Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

MOTIVO POR EL QUE DECIDÍ ESTUDIAR MEDICINA

Todo comienza en el colegio entre juegos de niños con mi primer fonendo, tensiómetro, martillo de reflejo y otros muchos instrumentales que mis padres me habían regalado. Ni que decir tiene que no tenía ni idea de cómo se llamaban todos estos objetos de plástico, pero me encantaba jugar a tomar la tensión, la temperatura o auscultar a mis amigas. Cuando fui madurando tuve claro que me gustaba más las ciencias que las letras, y sobre todo biología. A pesar de que en el instituto no tenía claro a lo que me quería dedicar en un futuro, sí sabía con seguridad que quería estudiar una carrera de ciencias y sobre todo relacionada con la salud. Me planteé varias posibilidades: psicología, enfermería, odontología, fisioterapia, etc. Curiosamente la carrera que menos me entusiasmaba era medicina, no porque no me gustara, sino por lo larga que era.  Finalmente me decidí por Fisioterapia.
Tras cursar los tres años y diplomarme en Fisioterapia puedo decir que la experiencia ha sido inmejorable; ya que me enriqueció muchísimo, tanto a nivel profesional como personal. Pero a pesar de todo lo bueno, seguía teniendo inquietud por adquirir más conocimientos relacionados con la salud. Mi hermana, que es médico, sabiendo esto, me animó a hacer medicina. Me dijo que aunque era una carrera larga merecía la pena y además contaba con el apoyo de mis padres. Fue entonces cuando me lancé y a día de hoy no me arrepiento en absoluto. Desde el primer curso me he sentido muy a gusto estudiando aunque es verdad, que he pasado momentos difíciles, pero ya sabía que no iba a resultar nada fácil. Estoy deseando terminar y ejercer la profesión de la mejor manera posible y por supuesto, seguir aprendiendo, siempre aprendiendo.                                                                                            María Martínez de los Reyes

¿Qué fue lo que me trajo hasta aquí?

Todo empezó con aquella selectividad en el año 2005 y parece que los años no hayan transcurrido desde entonces. En mi caso, lo que me llevó a estudiar medicina no fue una vocación desde la infancia, es más, mis gustos oscilaron desde ser periodista, ingeniera o bióloga. Pienso que fue la madurez, al menos aquella que se puede tener con diecisiete años, la que encaminó mi decisión. Fue en los años de bachillerato cuando me propuse el reto de poder llegar a ser médico, entonces una ilusión y entusiasmo crecían dentro de mí y me hacían saber que iba por el camino correcto.
Cuando comenzamos el curso el primer día, nos reunieron a todos los nuevos en el aula Magna para darnos la bienvenida, en este acto un alumno de quinto recuerdo que nos dio la enhorabuena por entrar en la “carrera más bonita del mundo”. En aquel entonces andaba un poco perdida, pues todo era nuevo para mí y mucho más lo era aquella etapa de mi vida que acaba de comenzar, pero esas palabras se quedaron guardadas en mis recuerdos, llegaron muy dentro de mí.
Hoy, seis años después, puedo afirmar que la Medicina no es solo la carrera más bonita del mundo, sino la profesión más enriquecedora y bella que se puede ejercer. Entre otros aspectos, me ha brindado la oportunidad de conocer al maravilloso organismo  humano, saber cómo debe funcionar y también como no lo debe hacer. Siempre me ha gustado comparar el cuerpo con un mundo diferente al que vivimos, es como si cada uno de los aparatos de lo componen fuese un continente diferente, cada órgano un país y cada arteria o cada vena una calle con un nombre distinto. Pues bien, a través de esta carrera he podido ir conociéndolo, ser consciente de lo perfectos y complejos que podemos llegar a ser y me ha ido presentando a lo largo de todos estos años lo que considero la mayor obra maestra de la naturaleza. No obstante, a través de la carrera adquirimos conocimientos pero el trato humano propio de la actividad profesional de un médico en muchas ocasiones se intuye más que se aprende o practica.  Con esto hago referencia a que actualmente la organización docente se centra mucho más en impartirnos conceptos teóricos, despreciando en gran medida la parte práctica. Debido a ello, la ilusión propia del estudiante de medicina a veces pienso que fluctúa ya que es mucho lo que se nos exige y hay determinados momentos que no perder la motivación solo depende de un mismo. Sin embargo, en otras ocasiones sales de una clase realmente satisfecho o eres afortunado por vivir experiencias únicas en el hospital que hacen que ese aliciente no se pierda, revives esas ansias por poder ayudar al necesitado  y te hacen saber que estás realizando lo que realmente te gusta, es lo que te da fuerzas para continuar en el camino.
Estos años han estado llenos de momentos inolvidables y que sin duda extrañaré, pero igualmente son años llenos de esfuerzo y sacrificio pues pienso que lo que mejor define a un estudiante de medicina es su constancia. Constancia que no se puede conseguir sin una ilusión, una vocación o una motivación que parte de cada uno de nosotros. Me refiero a esa ilusión por poder estar al lado del que más lo necesita, de aquella persona que pone en ti su máxima confianza y deja en tus manos su vida. Estar al lado de aquel que sufre y poder ofertarle una mínima esperanza, poder experimentar lo que se siente al salvar una vida siendo también egoísta, porque al igual que damos queremos recibir, saber que lo estamos haciendo bien y ser útiles para el prójimo. Todo ello es lo que hace diferente a esta profesión: el trato humano y el luchar cada día por la salud y la vida de los demás. Este ha sido el motivo que me ha llevado hasta aquí, el que me ha hecho luchar durante estos seis años, lo que me llena cada vez que pienso en mi futuro y lo que me hace estar segura de que es el papel que quiero tener en mi vida. Sí, es lo que quiero, quiero ser médico.

Por qué medicina… ¿y por qué no?

No sé explicar muy bien el motivo que me impulsó a estudiar esta carrera, no creo que exista realmente un motivo que haya marcado mi camino, sino varios. Por el contrario sí sé cuáles son los motivos por los que no cogí otros estudios. Supongo que Medicina me aporta todo lo que buscaba en una profesión futura.

No consigo recordar el momento en el que surge la idea de estudiar medicina, por lo que desconozco el motivo; quizás por paternalismo, por elitismo, por la universalidad del conocimiento, por sentirme realmente útil, una mezcla de varias,…No lo sé, lo cierto es que desde aquel momento empecé a ilusionarme con la idea de ser médico, ilusión que sigo manteniendo a día de hoy.

Es en este momento es cuando empiezo a plantearme el por qué sigo en medicina, que es lo que hace que persista mi idea de ser médico. Después de cinco años estudiando, donde han existido fracasos, exámenes constantes con temarios insufribles, noches sin dormir, padecimiento de patologías asociada a estrés…Sé que he cambiado muchas cosas por estudiar, y siempre me entra la duda de si finalmente merecerá la pena todo el esfuerzo, esta duda me ha llevado a plantearme muchas veces dejar la carrera, pero una y otra vez la vuelvo a elegir; y, sinceramente, por supuesto que merece la pena, porque aunque no tenga muy claro el por qué empecé, si sé el por qué continúo, por vocación.

¿POR QUÉ QUISE SER MÉDICO?

Desde pequeña siempre dije que quería ser veterinaria, y no me alejé mucho cuando decidí que quería ser médica. En mi propia casa vi cómo era la profesión, y eso fue lo que hizo decidirme a elegir esta carrera. Pensé que además de ser una carrera de ciencias, que es lo que yo quería hacer, iba a tratar con personas, ayudándolas en todo lo posible.
Recuerdo el primer día de la carrera…cuando los alumnos de 4º de Medicina nos enseñaron la facultad. Todos allí revueltos, sin conocernos e inquietos por empezar una vida nueva. Sin duda, es un año difícil el cambio, pero se sobrevive.
Desde aquel primer día, cómo han pasado los años…y a pesar de estar ya en 6º y pensar que no se nada, todos sabemos que hemos aprendido muchísimo. Yo personalmente, además de haber adquirido nuevos conocimientos, he aprendido a tratar con personas, a trabajar en grupo, a enfrentarme a ciertos problemas…en resumen, he madurado, y me ha encantado hacerlo en este ambiente.
Los dos primeros años de carrera se alejan mucho de lo que es la medicina, y quizás en estos años dudé un poco sobre dónde me había metido. Pero pronto comprendí que era una etapa más que debía pasar y que ya llegaría lo que de verdad iba buscando. Ya en 3º, con las prácticas de hospital, me metí un poco más en el papel, y estuve segurísima de que era lo que quería hacer en mi futuro. Fue entonces cuando me sentí más nerviosa al estar delante de un paciente y tenerme que enfrentarme a hacerle yo sola la historia clínica.
Han pasado los años, y tras mucho sufrimiento y muchas alegrías ya acabo…y desde el principio hasta ahora ha cambiado mucho mi perspectiva sobre qué es la medicina. La medicina no sólo es saber y curar a las personas; es saber, ayudar a toda una comunidad, actuar en prevención y tratamientos, en diagnósticos, trabajar en equipo, ser empático con el paciente, respetar… Todos estos valores morales y muchos más son tan importantes en el ejercicio de la medicina como el conocimiento científico que adquirimos a lo largo de los seis años.
Y tan claro como tuve que quise ser médica, aún no tengo claro la especialidad que quiero hacer, porque tengo un amplio abanico de especialidades que me gustan. Y aún no ha acabado la historia… queda el MIR y la residencia, pero creo que será lo mejor.
I.M.G.L

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