Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

Una gran elección

El día exacto en el que hice la gran elección de decidir que es lo que quería ser en mi vida no lo recuerdo con claridad, pero lo que si sé es que fue con gran prontitud, ya que a los 9 años de edad ya tenía claro que de mayor quería ser Doctora, y que fue a esta edad lo afirmo con tanta vehemencia porque fue cuando me operaron de apendicitis, y en la mesa del quirófano las enfermeras para tranquilizarme empezaron a hablar conmigo y me preguntaron qué quería ser de mayor y sin dudar conteste que doctora, y por ello cuando desperté de la anestesia el grupo de cirujanos me habían regalado  un pijama de quirófano, unas patucos, unos guantes, una mascarilla y unas gasitas.

Desde tal momento y hasta el día de hoy nunca he dudado o me he arrepentido de haber escogido esta profesión, porque aunque sacrificada y dura en algunos momentos, me parece que te aporta una gran recompensa, y es el poder ayudar o por lo menos intentar ayudar a personas que acuden a ti por tus conocimientos, gracias a los cuales en ocasiones puedes poner fin a algunos sufrimientos que le acontecen.

En la actualidad, en 6º de medicina, las razones que doy  para justificar mi elección de la profesión aunque en su esencia siguen siendo las mismas que cuando lo escogí de pequeña y en bachiller, han cambiado en algunos aspectos como pueden ser lo gratificante que es tratar con personas, luchar con ellas por conseguir unas metas y lo feliz que te sientes al poder conseguir alguna mejora y ver que ayudas a buenas personas, que desafortunadamente padecen enfermedades, y algunas de gran gravedad, y es en éstas donde no puedes en ocasiones solucionar el problema, pero si mostrar apoyo a el paciente y la familia, y éste el aspecto que más me gusta de este trabajo, notar como las personas agradecen el que lo animes y lo comprendas en los momentos que más lo necesitan y que en ocasiones es mejor que la solución del problema en sí.

Para finalizar decir que no creo que nunca me pueda arrepentir de haber escogido estudiar medicina, porque conforme han ido pasado los años, más he sabido y más he conocido la medicina, más me ha gustado y aunque la formación esté siendo dura, siempre recomendaré a todo aquel que le atraiga esta carrera que la haga, porque los seis años de estudios tienen su graa recompensa, ejercer de lo más te gusta en la vida. Rocío Rodríguez García.
"Los cinco mejores médicos son los doctores; Sol, Agua, Aire, Ejercicio y Dieta. Siempre te esperan propicios, aunque no los busquen, alegran tu espíritu, curan tus males y no te cobran un céntimo". O.S.Hoffman

Ser médico

Dejando a un lado estudiar medicina como carrera, quiero centrarme en el ser médico. Pues es evidente que ese es nuestro máximo objetivo.
Me considero una persona positiva y me gusta pensar así. Me gusta creer en el trabajo en equipo, en el compañerismo. Me gusta creer que todos hemos estudiado medicina por unos mismos valores personales de humanidad, de compromiso con los demás y vocación de servicio. Yo no era de los que decían desde pequeño que quería ser médico. Ni siquiera desde el bachillerato. Me costó tomar la decisión de qué carrera elegir pero cuando lo hice, tomé la decisión conociendo mi forma de ser, mi personalidad, mis ideales.
Por ello puedo decir que si bien entré en medicina un poco despistado, con el paso del tiempo me he dado cuenta que es la profesión que más encaja conmigo. Las dudas desaparecieron y tengo total seguridad en la elección que hice.
Una de las cosas que más tristeza me ha provocado durante estos años es escuchar hablar sobre la deshumanización de la medicina. Es cierto que muchas veces el médico tiene que actuar con una medicina defensiva, pero perder la humanidad en nuestra profesión es perder el sentido de la misma, dejarla vacía de motivación. Supone eliminar la razón por la que todos y cada uno de nosotros decidimos dar el salto al mundo de la sanidad.
Todos sabemos que tenemos y debemos estudiar mucho durante nuestra carrera. Sabemos que hay que estar constantemente al día para no quedarnos atrás, pero me gustaría remarcar otras cualidades que un buen médico debe poseer bajo mi punto de vista: compromiso, ética, responsabilidad, inquietud, ser buena persona, sensato, capaz de provocar la confianza en el paciente, empatía, saber escuchar y lo que es más importante, humildad para conocer dónde están los límites de uno mismo y saber pedir consejo a los demás. A su vez, eliminar la competencia desleal y la envidia en la mayoría de las ocasiones provocada por querer ser el número uno.
Al fin y al cabo pienso que cuando sintamos que estamos sirviendo a los demás será cuando nos sentiremos realizados como personas y como médicos. Ser más que tener.

La niña que llevo dentro

Todo empezó siendo una niña. No, un momento. Creo que no recuerdo cómo ni cuándo se encendió en mí el deseo de ser médico. Es más, lo recuerdo desde siempre.

Supongo que no puedo decir que lo haya heredado, pues nadie en mi familia es médico, ni nada que tenga que ver con el mundo sanitario. Quizás tenga más relación con mi extrema sensibilidad y mi afán por ayudar a construir un mundo más humano.

Cuando era más pequeña y en las noticias salían los niños que no tenían ni para comer, bombardeaba a mis padres con un sinfín de preguntas: ¿por qué pasan hambre niños como yo?, ¿nadie les da de comer?, ¿por qué lloran?, ¿no juegan?, ¿no tienen amigos?, ¿no los quieren?... y así hasta que siempre concluía con la misma pregunta: ¿nadie les puede ayudar?.
Entre llanto y enfado con el mundo me decía a mí misma: “algo tengo que hacer”, “debo ayudarlos”, “no quiero verlos llorar”…

Conforme he ido creciendo, la misma base sigue ahí, sólo que también he comprendido que una única persona no puede “arreglar” el mundo. Que después de veintitantos años, siguen existiendo la pobreza y el hambre por un parte y, riquezas y bien vivir por otra. Que para poder hacer algo tengo que formarme como persona, implicarme y conocer la política, la economía, pero sobre todo, la vida de la calle, las experiencias con el mundo que me rodea y, en definitiva, estar en la realidad en que vivimos. Profundizando en esto día tras día ya puedo poner mi granito de arena y luchar por andar un pasito más hacia adelante.

¿Y por qué medicina? Me pregunto muchas veces. Pues pienso que es una profesión muy humana y que puede ayudarme a dar respuesta a las innumerables preguntas, a llegar a todas y cada una de las personas con las que trate. No pretendo curar ni ser Dios, sino ser un poco más persona y derramar un poquito de mí. Una vez puesta la semilla, algún día brotará algo.

La pediatría, en concreto, es la especialidad que he querido. Los niños son nuestro futuro y necesitan que se les enseñe. Me conmueve la situación de esos niños, que a pesar de tanta hambre y tanta desolación, sonríen. Hay tanto que aprender en esta vida, de esa inocencia, de esa felicidad incondicional.

Y así, como una niña, conforme pasan los días, aprendo un poquito más sobre la vida, sobre cada momento, con los 5 sentidos puestos, empapándome como una esponja, llena de ilusiones y dispuesta a rebosar de alegría para lograr dar un tono más intenso y algo más de color a la vida.

¿Por qué quieres ser médico?

No se si puedo considerarme una de esas personas "con vocación", mi motivo para escoger esta carrera fue la curiosidad de conocer el funcionamiento del cuerpo humano y resolver muchas dudas que me surgían a menudo sobre éste.

Recuerdo el verano de segundo de bachillerato, en el que yo y todas las personas de mi alrededor empezábamos a trazar de alguna manera nuestro camino, haciéndolo oficial en solicitudes de acceso a la universidad...
Era una incertidumbre constante el hecho de no saber si estaría a la altura de lo elegido, si me conocía a mi misma lo suficiente como para saber si eso que había escogido era lo correcto, si me estaba sobrevalorando...En definitiva, si estaba haciendo realmente lo que quería.

A lo largo de la carrera, imagino que como a todos y en parte debido al sacrificio que ésta conlleva, me han surgido muchas dudas respecto a si "merece la pena"...pues bien, hoy en sexto de carrera, a un año de ejercer la profesión que un buen día escogí, pienso que he hecho lo correcto en sacrificar momentos de fiestas, charlas de amigos, salidas y entradas por algo tan grande como es la Medicina.

Sé que me queda mucho aún por conocer, y que mi valoración sobre la Medicina ahora mismo no es muy significativa, pero lo que sí sé es que si volviera atrás en el tiempo, volvería a escoger este camino, y volvería a sacrificar esos momentos, porque que algún día recibiré la recompensa y el reconocimiento, ejerciendo la profesión que más me gusta.

"Ser feliz es el objetivo de mi vida. Lo sé porque tengo un plan."


“Ser feliz es el objetivo de mi vida. Lo sé porque tengo un plan.” Así empieza uno de mis libros favoritos. Yo, tengo ese mismo objetivo. Y por supuesto, también tengo un plan.
Ser médico forma parte de mi plan para ser feliz, y aquí estoy, a punto de conseguirlo sin saber a dónde voy a ir a parar. Quiero ser una buena médico. Y desde hace más que algún tiempo, quiero ser una médico buena de Médico Sin Fronteras (o similar). El plan, egoístamente está encaminado a conseguir mi felicidad, y mi felicidad, directamente depende de los demás.
Ayudar a alguien es lo más bonito que hay en la vida. Es una forma de querer. Y ayudar, se puede hacer simplemente sonriendo a alguien mientras cruzamos el paso de cebra, con lo que de una forma u otra, conseguimos que el día de esa persona sea un poquito mejor... o ayudar también es dar ropa, ser voluntario de cualquier ong, cuidar de tu abuelo, guiar a un turista o darle los apuntes a un compañero. Es decir, para ayudar, no hace falta ser médico, sino simplemente ser buena persona. Pero el hecho de ser médico te da el conocimiento y el valor suficiente para ayudar a una persona en el momento que más lo necesita. Eso significa muchísimo, una barbaridad.
Tendré mucha responsabilidad, infinita, en determinadas situaciones. Y ese sentido de la responsabilidad, de pensar que quizás no esté a la altura, consigue que haya días que me plantee si no escogí un camino demasiado duro para llegar a mi meta… Sólo es cuestión de ver las noticias, de pensar por qué escogí este camino, de ir al hospital a hacer alguna práctica o simplemente, es cuestión de tiempo. El hecho es que, a veces antes y a veces después, vuelve a aparecer ese gusanillo que te empuja a estudiar mucho, mucho mucho, que te empuja a querer aprender todo lo posible para aplicarlo el día de mañana. Y ser un buen médico. Y ese gusanillo, a mi me indica que voy por el camino correcto. Que tengo un objetivo y voy a conseguirlo. Nadie dijo que fuera fácil.
Mientras tanto, día a día, cuidemos del abuelo y crucemos la calle con una sonrisa, que no es poca cosa.
Blanca V. P. 6º HUValme.

Printfriendly