Los alumnos de la Facultad de Medicina de Sevilla reflexionan sobre las razones y las emociones que los motivan para estudiar medicina. Se invita a participar en el mismo a estudiantes de otras Facultades de Medicina u otras personas interesadas en participar en el mismo con sus comentarios (Students of the Faculty of Medicine of Seville reflect on the reasons and emotions that motivate them to study medicine. Are invited to participate in the students from other medical schools or other interested persons to participate in it with your comments). (Pablo Bonal Pitz).

MEDICINA, ¿POR QUÉ NO?

CAPÍTULO I: LA DECISIÓN
Ahora que una etapa se acaba, es inevitable (y sano) echar la vista atrás y preguntarse cómo empezó todo. La verdad es que no recuerdo el día concreto en que decidí estudiar Medicina. No fue algo repentino, no fue por imitar a mi mejor amiga, ni una decisión de última hora porque no supiera “qué poner en la preinscripción”, nada de eso. La idea había ido forjándose en mi cabeza desde pequeña, sin ni siquiera darme cuenta, desde que alineaba a mis muñecos y jugaba a que los curaba, vendaba a los osos de peluche desde la cabeza a las patas, les ponía inyecciones y extendía recetas inventándome nombres de medicamentos.
En el colegio, las clases de Naturales eran mis preferidas y esperaba impaciente a que llegara el viernes a última hora, porque era cuando nos ponían un capítulo de “Érase una vez la vida”.
Mis padres siempre me regalaban libros sobre el cuerpo humano, sobre “ciencia para niños” y me alentaban a hacer preguntas, a conocer el porqué de las cosas, a tener curiosidad y me inculcaron valores y principios, como el respeto por los demás y por uno mismo, la solidaridad…
La literatura y la televisión también jugaron un papel importante. Siempre me ha gustado mucho leer y libros como la trilogía de “El médico”, “Chamán” y “La doctora Cole” de Noah Gordon o “Cuerpos y almas” de Maxence van der Meersch, que acerca al lector a las miserias humanas, a la cruda realidad de los pabellones de tuberculosos en los hospitales franceses de principios del siglo XX, o series de televisión como “Urgencias”, hicieron darme cuenta de que el mundo de la Medicina me encantaba. Todo ello hizo que, después de la típica fase que pasan todos los niños en la que cada cinco minutos quieren ser una cosa distinta, cuando alguien me preguntaba ¿qué quieres ser de mayor?, yo lo tuviera claro.

CAPÍTULO II: LA ILUSIÓN POR LA CARRERA
Llegó el año 2003. Cuando vi las notas de Selectividad y constaté que ya era un hecho, el curso siguiente iba a estudiar Medicina, los nervios y algunas dudas se apoderaron de mí: ¿se me dará bien?, ¿serviré?... y esas dudas me han acompañado a lo largo de la carrera y creo que aún tardarán algún tiempo en disiparse. Saber que dentro de un año la salud de los pacientes estará en mis manos, supone una gran responsabilidad. A pesar de ello, la ilusión era y es el sentimiento predominante.
En la facultad todo era nuevo (menos las instalaciones): nuevas asignaturas, nuevos compañeros, una nueva forma de estudiar… no veíamos la hora de entrar por fin en el hospital, de empezar a aprender “Medicina de verdad”.

CAPÍTULO III: EL HOSPITAL
Tuvimos que esperar hasta 3º. Nunca he comprendido porqué hay que esperar tres años para tomar contacto con el medio hospitalario. Recuerdo perfectamente el primer día de prácticas en el Servicio de Medicina Interna del H.U.V. Macarena, lo bien que nos trataron los pacientes, lo inseguros que estábamos… con el transcurso del tiempo, seguimos estando inseguros pero el hospital ha pasado de ser un entorno hostil a un lugar donde deseas llegar todas las mañanas, y en el que aprendes más que en muchas clases teóricas.

CAPÍTULO IV: SE ACERCA EL FINAL
Después de esta carrera de fondo que está a punto de terminar hay que tomar de nuevo decisiones importantes, pasar por una “nueva Selectividad”, el examen MIR que ya no parece tan lejano y elegir la especialidad que determinará nuestro futuro profesional, algo que no tengo aún muy claro, ya que me gustan varias (Medicina Interna, Medicina de Familia, Cirugía General y de Aparato Digestivo…). Pueden parecer especialidades muy diferentes, pero todas ellas abordan la Medicina desde un punto de vista más amplio que otras especialidades más concretas, ofreciendo un campo generoso donde poder intervenir. No descarto orientar mi labor profesional hacia la cooperación internacional.

CAPÍTULO V: ¿POR QUÉ MEDICINA, ENTONCES?
Es cierto que es una profesión dura, en la que las prisas son la norma a seguir, falta tiempo para dedicarle a los pacientes, compartes situaciones difíciles con ellos (fallecimientos, problemas sociales y familiares, etc.), dificulta la conciliación del trabajo con la vida familiar, en ocasiones está inadecuadamente retribuida… por tanto, si la elección no es vocacional, sólo servirá para generar más profesionales frustrados.
Para mí, las ventajas compensan con creces: nunca dejas de aprender, tanto a nivel profesional como humano, los continuos avances te obligan a estar al día, a no caer en la rutina, lo que resulta muy estimulante, cada día tienes la oportunidad de conocer personas e historias increíbles que te ayudan a crecer y tienes la oportunidad de dedicar tu tiempo a algo tan valioso como ayudar a los demás.
Lara Dominguez Hidalgo

1 comentario:

  1. ¡Muchísimas gracias! Me habéis aclarado las dudas que tenía. Muchas gracias de nuevo. Un abrazo.

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